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Derecho a la vivienda
- Unas sesenta familias, expulsadas durante el verano del 1998, acampan
para exigir que se les conceda una vivienda. Les habían prometido
que se les daría muy pronto otra vivienda. Mientras tanto, aceptaron
irse a vivir a hoteles. Pero, una vez más, las promesas no se han
cumplido y las familias siguen en los hoteles vetustos e insalubres. Sus
condiciones de vida son penosas: nada de comidas, habitaciones exiguas,
dificultades para la escolarización, acoso de los hoteleros que,
por añadidura, se enriquecen con esta situación.
- Estas familias tienen generalmente un empleo precario y poco remunerado.
Han solicitado viviendas de protección oficial, algunas desde hace
10 o 20 años!
- Visitando los cinco pisos de este hotel, me siento invadido por la
vergüenza, especialmente al ver la única habitación
donde vive una familia de seis personas. Ante esta situación, que
no progresa, decidimos dar "el golpe"! Por la mañana,
el profesor Albert Jacquart me recoge con su coche. En otro lugar de París
recogemos al profesor Leon Schwartzenberg y al presidente de Derecho a
la Vivienda (Droit au Logement), Jean Baptiste Ayrault. Después,
como convenido, vamos a buscar al Abbé Pierre. Los cinco, nos vamos
a ver a las familias que nos esperan, acampadas en la calle. Por qué
tenían que haber llegado a esto! Habrá bastado esta intervención
para que el Ayuntamiento de París conceda una vivienda a todas las
familias, una vivienda de verdad.
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El delito de solidaridad
- Los sin- papeles están desesperados. Han puesto sus vidas en
peligro con huelgas de hambre. Viven a diario la inseguridad por miedo
a los controles de policía. Y, sobre todo, sufren la explotación
por parte de los que los contratan. Hemos ayudado, acompañado, apadrinado
a los sin- papeles. No fue suficiente. Ellos han dado mucho. Ahora nos
toca a nosotros dar más.
- Varias asociaciones lanzaron una llamada: "Nos quedaremos junto
a los sin-papeles. Legalizadlos o inculpadnos a todos".
- Unos centenares de militantes se concentraron Place Vendôme,
bajo las ventanas del ministerio de justicia, para declarar: "Somos
culpables de haber ayudado a los sin-papeles. Deben ustedes inculparnos
por delito de solidaridad" (en aplicación del artículo
21 de la ordenanza de 1945 y del artículo 12 de la ley Chevénement).
- Expediente abierto.
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Esperanza en Lille
- Visito, con emoción, a los 22 sin papeles de Lille que tocan
a su 37º día de huelga del hambre. Débiles y tumbados
en su colchón, me detengo junto a cada uno de ellos. La mirada y
el gesto cobran toda su importancia. Experimento la sensación de
vivir el rito del lavatorio de los pies arrodillándome ante cada
uno de ellos.
- El nuevo prefecto de la región acaba de legalizar a 16, pero
quedan otros 6. Los huelguistas del hambre expresan su deseo: "Vaya
a ver al prefecto. Dígale que continuaremos la huelga del hambre
mientras los seis no estén legalizados". Permanecemos solidarios.
Antes de ser unos sin- papeles, somos seres humanos. ¡Con nuestra
dignidad!"
- Nos trasladamos a la Grande Place, bañada de sol y llena de
gente donde se celebra la manifestación. En la multitud, dos jóvenes
de color me abordan: "queremos estrecharle la mano por todo lo que
hace" y uno de ellos añade: "Y, sobre todo, no se deje
corromper". Estas palabras me llenan de admiración.
- Contactamos con el prefecto que recibe de inmediato a una delegación.
Hecho rarísimo! Apenas entrábamos en su gran salón,
él mismo ya nos estaba esperando. Nos pasó a su despacho,
solo en medio de nosotros.! Qué diferencia con la práctica
de otras prefecturas donde ocurre que tengamos que esperar durante horas,
sin la menor información, para vernos asignar una desestimación
de demanda.
- El prefecto escucha, toma apuntes. Cuando interviene, no es para leernos
la cartilla o para recordar las exigencias de su cargo, acepta revisar
los seis expedientes. Y para uno de ellos, problemático, se pronunciará
en conciencia antes de volver a contactar con nosotros.
- Éste sí que es un comportamiento nuevo al que ya no estamos
acostumbrados.
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