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- TENER UN TECHO
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- En el centro de París, un teatro vacío desde hace ocho
años es ocupado rápidamente por unas 200 personas con problemas
de vivienda o sin techo. A los niños les encanta estar allí
y jugar con los decorados. Una joven madre, con su bebé en brazos,
me cuenta sus desgracias: su marido lleva 18 meses en la cárcel
y todavía no ha sido juzgado: su otro hijo está en la guardería.
Mañana por la mañana la directora del hogar de acogida donde
vive la va a poner en la calle, con motivo de una pelea. No sabe a donde
ir.
- Tras ocupar los locales durante tres horas, se propaga un rumor: Las
fuerzas del orden van a evacuarnos. Como es costumbre, todo el mundo se
sienta en el suelo para manifestar su actitud no violenta. La policía
ocupa sus puestos. La tensión sube, coreamos: "policía
en todas partes, justicia por ninguna parte", "un techo es un
derecho", "quien siembra la miseria, cosecha la ira".
- Me invitan a salir con un niño de la mano. La joven madre me
pide que bendiga a su bebé. ¡Mientras las familias vuelven
otra vez a la calle, se celebra el 50º aniversario de la declaración
universal de los derechos humanos!
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- EL FUNERAL DE BRUNO
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- Bruno murió de Sida. Joven militante del Comité de
los sin techo, todo el mundo le quería. La catedral de Nanterre
estaba llena de gente de los sin: los sin trabajo, los sin techo,
los sin papeles. !No es frecuente que la gente del atrio tome la catedral
y tome allí la palabra! Cada cual deposita, emocionado, su vela
junto al féretro.
- Recuerdo mi último encuentro con Bruno en el hospital. Las enfermeras
me dejaron a solas con él. Sujeto su mano mientras se dispone a
pasar a la otra orilla. Ahora, sus ojos ya se han cerrado a la luz de este
mundo. Le hablo, o más bien le hablo a Dios de Bruno.
- En la catedral, al proclamar el Evangelio del Sermón de la Montaña,
tengo la sensación de que muchos lo oyen por primera vez y descubren
la belleza y la profundidad de las bienaventuranzas. "Bienaventurados
los hambrientos los sedientos de justicia porque serán saciados".
?Cómo no recordar a Bruno que no soportaba la injusticia?
- A pesar del frío y de la lluvia, todos van al cementerio. Cada
cual tira una rosa a aquél que luchó por el derecho de los
demás.
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- EN EL PALACIO DE JUSTICIA - con los vascos
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- El juicio de los presos vascos da comienzo. La sala del tribunal está
de bote en bote. Algunos vascos viajaron toda la noche en autocar para
estar aquí. Estoy en medio de ellos. Hay mucha policía. Me
alegra volver a ver a una mujer vasca que regenta un restaurante en Bayona.
Sus hijos están con ella. Su marido, detenido en la cárcel
de Fleuris Mérogis aparece en el banquillo de los acusados. Ella
también podría ir a la cárcel, lo cual sería
una catástrofe para su familia, los niños, el restaurante...
Escribí al Presidente del Tribunal dándole estas razones.
Con sorpresa, hace constar mi carta y la lee. Un cura vasco viene a declarar.
Defiende con pasión la causa del pueblo vasco.
- La sala prorrumpe en aplausos. Al abandonar el Palacio de Justicia,
nos vamos al barrio latino para reponer fuerzas con un buen cuscús.
Ya se hace tarde cuando los vascos emprenden, con valentía, el retorno
hacia su lejano país.
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- EN EL PALACIO DE JUSTICIA - con los kurdos
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- Otra vez en la misma sala. ¡Pero esta vez toca juzgar a 17 kurdos
detenidos desde hace más de tres años! Eran 18 pero uno de
ellos se suicidó en su celda... una hora antes que el Tribunal de
acusación ordenase su libertad. Tenía 28 años, estudiaba
sociología y militaba en favor del reconocimiento de los derechos
de los kurdos. Ya no soportaba su encarcelamiento.
- Me llamaron como testigo. Los presos kurdos me miran y me escuchan
con atención. Ante el Tribunal, informo de mis múltiples
viajes a Kurdistan, explico mi presencia en el Tribunal de Ankara con ocasión
de un juicio a presos políticos. Intento relatar la desgracie del
pueblo kurdo expulsado de sus pueblos, de sus tierras, víctima de
la represión militar desde hace ya 14 años. Juzgamos a estos
jóvenes kurdos sin pensar en su pueblo asesinado y por el que ellos
pelean.
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- VISTO DESDE ABAJO - En la mesa
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- Murad, un joven argelino, es invitado a comer conmigo en casa de una
familia. Está sin papeles y sin trabajo. Como muchos, malvive y
lucha por sobrevivir. Tomamos asiento alrededor de la mesa. Después
de un primer plato de verduras, la madre de la familia trae una bandeja
de carne guisada con patatas. Sirve abundantemente a Murad. Murad toma
unos bocados y separa un poco el plato. Uno de los niños, que no
aparta la vista de él, le dice: "?No te gusta?" -"Claro
que sí" contesta amablemente Murad, aparentemente molesto.
"Está muy bueno" El niño insiste: "Pero si
no hemos terminado, aún falta el postre." La madre le anima:
"Coma, no va a hacerle daño. Si está usted muy flaco."
Murad se esfuerza sin éxito. Interviene entonces el padre: "?No
se encuentra bien?" -"Sí estoy muy bien pero perdí
la costumbre de hacer una comida. Como un poquito a lo largo del día,
para matar el hambre, fumo un cigarrillo. Hace tanto tiempo que no tomo
una comida de verdad"
- Mirar la sociedad con la mirada de la gente de abajo no es habitual,
es una iluminación completamente distinta. Adquirir esta mirada
desde abajo sobre el mundo es algo valioso. ?Acaso Jesús, modelado
por Nazaret, no miró desde abajo el misterio de Dios?
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- VISTO DESDE ABAJO - En el Ayuntamiento
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- Abdalá me pide que sea su testigo de boda. Tuve la alegría
de apadrinarlo el 14 de julio en la plaza de la Bastilla, en medio de la
multitud. Está sin papeles. Su compañera es francesa. Me
encuentro con ambos en el vestíbulo de la entrada del Ayuntamiento.
Abdalá parece preocupado. Su mirada se detiene en todos los que
pasan. Para aligerar la espera fuma un cigarrillo.
- Por fin llega el momento de entrar en la gran sala de bodas. !Delante
del representante del alcalde sólo somos cuatro! La ceremonia se
termina en un santiamén, sin ningún calor. Afortunadamente,
ya instalados en el café de enfrente, las lenguas se espabilan y
reaparece la alegría "?Qué es lo que no iba bien hace
un rato, antes de tu boda?". Abdalá me da una respuesta cargada
de sentido: "Pensaba que la policía vendría a detenerme.
En mi cabeza tengo miedo, vaya donde vaya. Nunca estoy seguro. Me imaginaba
que la policía estaba enterada del lugar y de la hora de mi boda.
!Era fácil detenerme!"
- !Ya va siendo hora de que paren de detener a los que se aman!
Jacques Gaillot
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