Hacer un retiro
- Después de hacer un retiro, como todos los años, en la
abadía de la Pierre-Qui-Vire, acepté dar tres retiros
para seglares y religiosos. En Francia y Bélgica.
- Cada retiro es un acontecimiento espiritual. Siempre ocurre algo. Orar juntos, escuchar la palabra de Dios. Compartir la palabra y recibirla de otro, es una fuente de llamadas y una invitación a abrirse. Lo que no se esperaba puede ocurrir.
- Un retiro es una oportunidad para dejar la bolsa en el suelo, para medir el camino recorrido, para releer la historia de la propia vida, para religar los distintos acontecimientos que han dejado huella en nosotros, para considerar el futuro.
Al escuchar a los participantes, comprendo que llevan cruces muy pesadas. Pero no dejo de maravillarme ante la acción del Espirito Santo en sus vidas. Doy gracias a Dios por estas mujeres y estos hombres cargados de experiencias y de pruebas que siguen creyendo en Cristo con fidelidad admirable.
Una invitación a cenar - En el autobús, un hombre de color se acerca para hablarme. Es de Bangladesh. Me cuenta sus dificultades: encontrar una vivienda digna para su familia. Su mujer, iraní, trabaja. Él también. A sus dos chicos de 15 y 17 años les va muy bien en los estudios. Pero la vivienda sólo consta de dos pequeñas habitaciones con una cocinilla. Llevan así diez años. Insiste mucho para que vaya a cenar una noche a su casa. Sus hijos que me conocen se pondrán muy contentos. Acepto y me bajo del autobús.
- Pasan dos semanas y acudo a la invitación. El hombre que conocí
en el autobús me espera en la acera. Se alegra de verme. Sus hijos
habían apostado que yo nunca iría a comer a su casa...
- El edificio es vetusto y ruidoso. La vivienda está en perfecto orden. Cuando no hay sitio todo tiene que estar recogido.
- La madre rodeada de sus dos hijos ya mayores se alegrá de acogerme. Los chavales están visiblemente intimidados. Pero no por mucho tiempo. Me enseñan su habitación exigua con literas. El más joven se acuesta temprano. El mayor estudia hasta tarde por la noche con una lamparita. Quieren que les escriba unas palabras en un papel.
- En la otra habitación hay una mesa contra la pared para la comida. Sólo hay cuatro asientos. El padre se queda de pie para servir. Ahí es donde duermen los padres, después de quitar la mesa.
- Noto el orgullo de los padres por sus dos hijos. Hacen todo lo que pueden para que salgan adelante. La familia es un valor sagrado.
- Comparto con ellos el pan de la amistad en este lugar de su intimidad. Tengo la sensación de formar parte de su vida. El compartir nos hace hermanos.
- El edificio es vetusto y ruidoso. La vivienda está en perfecto orden. Cuando no hay sitio todo tiene que estar recogido.
Bautizo y bodas - El verano es una época favorable para la celebración de estos sacramentos que reúnen a familias y amigos. Vinieron a mí unos jóvenes desconocidos y distanciados de la Iglesia.No tienen vínculo con la institución de la Iglesia, pero el amor humano y un nacimiento invitan a salir de si mismos, interrogan acerca del sentido y pueden dar disponibilidad para una búsqueda espiritual.
Estos jóvenes no buscan normas sino sentido. Tienen la experiencia del camino recorrido, y quieren ser auténticos con lo que llevan dentro.
Reunidos en la iglesia para la celebración del sacramento, valoro el hecho de que los interesados tomen la palabra los primeros
Delante de todos, dan sentido a su compromiso. Así ocurre en esta boda en que los jóvenes novios le dicen a la asamblea: "Os estaréis preguntando por qué venimos a la iglesia para casarnos. Es verdad: no estamos de acuerdo con ciertas intervenciones oficiales de la Iglesia. Conocemos también nuestras fragilidades y nuestras dudas con respecto a la fe. A pesar de todo, queremos que nuestro amor esté bendecido por Dios y confiamos nuestra palabra a la fidelidad de Dios". El tono estaba dado. La asamblea se sentía implicada.
