LAS COSAS DE LA VIDA
Nos citamos en la terraza de un café para despedir al padre de Mourad, que vuelve a Argelia. Este hombre, jubilado, es digno. Emana bondad. Es un sabio que yo aprecio mucho. Vino a Francia a ver a su hijo que se casó y para conocer a su nieta. Por respeto por su padre, Mourad no fuma. Tampoco toma bebidas alcohólicas en su presencia.
"Mourad, le dice su padre, tengo algo que reprocharte ante de marchar. No atiendes a tu hija. No dedicas tiempo para estar con ella. Deberías dedicarle media hora al día. Tu hija me conoce mejor que a ti." Mourad escucha con respeto. No se defiende. Pero sabe que yo soy testigo de este reproche. Llegó la hora de separarse. El padre me abraza: cada día rezo a Dios por usted. Usted también récele a Dios por mí."
¡Una pareja se prepara para celebrar sus 70 años de matrimonio! Lo que me sorprende no es la duración, sino que siguen enamorados, solícitos uno para con el otro. El amor no conoce la rutina. Siempre es nuevo. Se me ocurre este pensamiento de Solyenitsine: "El amor largo convierte a un hombre y una mujer en seres de bendición". Esta pareja es cristiana, con una fe profunda. La mujer me cuenta en confianza: "tenemos hijos divorciados, nietos que no están bautizados... Para nosotros es duro. Pero hemos tenido que cambiar, hacernos tolerantes. Si no hubiésemos cambiado, nuestros hijos no habrían vuelto a visitarnos".
Pierre se va a marchar a Brasil en misión con los pobres. Toda
su vida, obedeció a los pobres. Lo conocí cuando era capellán
de la central de Claraval. A los 68 años, habría debido colgar
su bolsa y vivir apaciblemente en París. Pero la llamada de los pobres
le impulsa a marchar hacia un país que no conoce. Se marcha sin esperanza
de retornar para vivir la aventura de Evangelio hasta el final. Quizá
por última vez, compartimos el pan y la amistad.
FILADELFIA
Llegamos en autocar de Nueva York en la noche, dormimos unas horas en
un albergue para jóvenes en Filadelfia. Somos una delegación
de 60 personas entre los cuales se encuentran doce estudiantes de instituto
militantes de las juventudes comunistas. Nos vamos al centro de la ciudad
donde se celebra la gran manifestación a favor de Mumia Abu Jamal.
Condenado a muerte en 1982 y que sigue a la espera en los pasillos de la
muerte. Filadelfia es la ciudad de los Estados Unidos donde la justicia
tiene fama de ser la más racista. En los meses próximos, el
gobernador de Pensilvania dijo que firmaría el mandato de ejecución
de Mumia. Mientras tanto la gente se manifiesta. Me llama la atención
la violencia de las intervenciones. Una pancarta lleva escrito. "Mumia
Abu Jamal, es cada uno de nosotros". Los jóvenes franceses rebosan
vitalidad. Me hace feliz estar con ellos.
VELADA CON LOS KURDOS
El gran anfiteatro de la universidad de Marsella está lleno. Están
ahí muchos kurdos. Siguen bajo los efectos del arresto de su líder
Ocalan. Como todos los que encuentro desde hace años, me parecen
valientes y orgullosos de su identidad. Es un pueblo que no quiere desaparecer.
En la tribuna, tengo la ventaja de hablar de último. Los abogados
de Ocalan dan informaciones acerca de la preparación del juicio y
de todas las dificultades que se pueden encontrar diariamente. A mí
me queda entregar un mensaje de paz y de esperanza. Porque no se puede detener
el destino de un pueblo.
APOYAR LA DEMOCRACIA BIRMANA
Las compañías Total-Fina hacen negocios con el régimen militar birmano. La dictadura de este país es especialmente cruel. Desde hace más de 10 años las personas elegidas por el pueblo están bajo arresto domiciliario o encarceladas. Nos piden una intervención en las empresas que avalan el poder en funciones. Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la paz, nos lanza este mensaje: "Pueda vuestra libertad servir a la nuestra".
El Parlamento europeo pide a las empresas europeas que abandonen Birmania. Se propone una acción sencilla a los consumidores: dejar de abastecerse en las gasolineras de Fina. Es lo que hacemos hablando con los automovilistas en una estación del centro de Bruselas bajo la mirada de las cámaras.