Catecismo electrónico de Febrero 1999

Los Sacramentos

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El equipo que trabaja en este catecismo os propone cada mes dos textos. Agradecemos vuestras sugerencias para mejorarlos.

Quisiéramos que este catecismo fuera una construcción común. No dudéis en someternos otros temas.

 


LOS SACRAMENTOS

 

Cuando Jesús anuncia la buena noticia a los pobres, cura a los leprosos, le abre los ojos al ciego o en el lavatorio de los pies, dice algo de Dios. Da fe de la presencia de Dios en la vida cotidiana de la gente.
Por sus palabras y por sus hechos, enseña el rostro de Dios. Su humanidad es un signo. Revela a Dios. "Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre" dice Jesús.
    El Apóstol Juan también se hace eco:
    "Lo que hemos oído,
    lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos
    y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida...
    Os lo anunciamos".

Jesús es el sacramento de Dios. El sacramento hace ver lo que no se ve. Es un signo. A partir de lo que se ve, se puede, en la fe, ver lo que no se ve. Pasamos de una realidad visible a una realidad invisible. Más allá de los signos accedemos a otro universo profundo que llamamos misterio.

Hoy día la Iglesia (las Iglesias) por lo que dice o deja de decir, por lo que hace o deja de hacer, es responsable del rostro que presenta al mundo. Da una imagen de sí misma. Da una señal. Es sacramento de Cristo para el mundo.

Cuando la Iglesia da los sacramentos, descubre su rostro expresando lo que es. Los distintos sacramentos modelan su rostro. Construyen las Iglesias. Cuando la Iglesia bautiza, casa, ordena curas, hace la Eucaristía ¿Qué dice del misterio que lleva dentro? ?Qué buena noticia quiere anunciar a los hombres y a las mujeres de estos tiempos?

Por su forma de vivir y de comprometerse, los cristianos hacen visible a la Iglesia. Por su presencia en el mundo, pueden ser señal y referencia de Cristo. Jesús mismo dijo: "Como yo os he amado, amaos unos a otros. En esto todos reconocerán que sois mis discípulos". La vida cristiana tiene una dimensión sacramental.

Los distintos sacramentos son gestos del Resucitado que hoy están vinculados a una dimensión importante de nuestra existencia humana, como el nacimiento ("Tenéis que renacer" dice Jesús), el amor humano, el perdón, la fraternidad, la prueba de la enfermedad... son fuentes de vida y de sentido. La finalidad de los sacramentos es siempre que la vida sea transformada, por la gracia de Cristo. No sólo el momento del sacramento, sino toda la vida.
De este modo comprendemos mejor que los sacramentos son menos un poner en orden que un poner en camino. Menos una cuestión de solemnidad que de autenticidad humana.
Revelan el esplendor oculto de nuestras existencias y revelan el sentido profundo de lo que se vive en lo cotidiano.


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EL TIEMPO DE CUARESMA

 

?Cómo prepararse para la fiesta de Pascua? En el tiempo de cuaresma que durará cuarenta días. La Pascua no se improvisa. Si hablamos de subida hacia Pascua, es porque el camino de conversión es duro. La Cuaresma ha perdido hoy su impacto social y su dimensión colectiva. Tal vez fuese necesario pasar por esta fase muy personal en que los cristianos hacen balance de su vida para orientarla de forma distinta. Para muchos, la vida es dura; las pruebas están ahí, con la experiencia del fracaso y la duda ?Quién atraviesa el desierto sin entrar en la soledad y la noche? Ya no es el momento de compensaciones buscadas en alimentos ajenos a Dios. Se me plantean las preguntas esenciales: ?Qué es lo que me hace vivir? ?Qué es lo que me impide vivir? ?Qué es lo que me permite mantenerme en pie? Cara a cara conmigo mismo, tengo que hacer opciones para dar una orientación nueva a mi vida. ?Cuáles serán mis luchas? ?Dónde estarán mis apoyos?

A lo largo de la cuaresma, la Palabra de Dios muestra toda su riqueza. Es luz en el camino. Nos arde el corazón. La oración hace respirar el alma y la abre al futuro de Dios. Se opera un cambio en nosotros que nos da otra mirada sobre los demás y sobre nosotros mismos. La cuaresma es un tiempo para hacer obra de justicia con los que la sociedad abandona. La solidaridad no es optativa. Renunciar a los demás, siempre es renunciar a sí mismo.

Los cristianos están invitados a caminar juntos hacia Pascua, con el gesto de compartir y siendo la señal de que otro mundo es posible para la victoria de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio, de la justicia sobre el egoísmo.

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