Catecismo electrónico de Marzo 1998



El aborto Pascua: el sol de Pascua

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El equipo que trabaja en este catecismo os propone cada mes dos textos. Agradecemos vuestras sugerencias para mejorarlos.

Quisiéramos que este catecismo fuera una construcción común. No dudéis en someternos otros temas.

 

 


 









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El aborto

 

A veces me escriben mujeres, chicas que acaban de abortar y que sufren. Su sufrimiento es doble. El dolor procede primero "del interior": aunque esté decidida y segura de que no tiene otra elección, la mujer que acaba de abortar experimenta una terrible desesperación. "Nada peor puede ocurrirle a una mujer", contaba aquella chica de 19 años. Este sufrimiento no se puede ignorar, no se puede borrar. El aborto es una herida, un desgarramiento.

El otro sufrimiento procede del exterior. Es la condenación de los demás. De los defensores del orden moral, de los comandos "anti IVG" (contra la interrupción voluntaria del embarazo) que se manifiestan periódicamente. La extrema derecha y el integrismo religioso se dan la mano en esta cruzada. ?Cómo no temer a estos nuevos cruzados que pretenden imponer su verdad por la fuerza? Querer regentar las conciencias siempre es un peligro funesto. Querer, como lo hacen algunos países, suprimir la ley existente es dar un peligroso paso atrás. Es un deber para nuestra sociedad impedir los abortos clandestinos tan peligrosos para las madres.

Es preciso, claro está, evitar los abusos y no trivializar el aborto. Eso no es lo que desean las mujeres. En este sentido, la educación es y será la mejor prevención.

La dignidad de una mujer y de un hombre se realiza mediante una elección libre y responsable, con respeto mutuo. ?Quién sabe el precio incalculable de la decisión común de una pareja al decir sí o no a la vida?

Ahora bien, para que todos puedan dar el sí a la vida la sociedad debe responder a interrogantes que pregunten por su justicia social y su solidaridad. ?Cómo podrían quedarse con su niño mujeres abandonadas, sin trabajo y que viven en condiciones inaceptables? No nos toca juzgar a una mujer que decide abortar. En cambio, sí nos toca preguntarnos si hemos sabido aportarle el calor, el consuelo y la ayuda que tal vez hubieran podido evitar ese fracaso.

 

 

 

 

 









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Pascua: el sol de Pascua

 

Para nosotros, cristianos, es fiesta de fiestas. La noche de Pascua se proclama la buena noticia: "Buscáis a Jesús de Nazaret, el crucificado. Ha resucitado" (Marcos 16,6)

Jesús no quedó preso del sepulcro. Se levantó de entre los muertos. Está vivo, con vida de Dios.

Jesús resucitó para que tengamos vida. La Pascua de Jesús está llamadas a ser también la nuestra. Es el mismo Hijo de Dios, Dios hecho hombre, quien nos transmite la Palabra, se hace solidario del sufrimiento de la humanidad y inicia un camino que queda abierto para siempre. Con su sufrimiento y muerte, experimenta la exclusión, la soledad del condenado, el sufrimiento de la tortura.

...Y, sin embargo, de un sepulcro de dolor y de miseria, brotó la vida, hermosa, luminosa: la muerte ha sido vencida. Desde aquella mañana de Pascua, ya nada puede ser como antes. Jesús inauguró para nosotros el paso de la muerte a la vida.

?Los discípulos del Resucitado acudirán a esos lugares donde la humanidad está rota, carcomida por la violencia y la injusticia? La Pascua nos hace salir de nuestras tumbas y nos envía por los caminos del mundo. Allí nos espera el Resucitado. Conserva en su cuerpo los signos del don que quiso regalarnos. Los estigmas de un combate victorioso para siempre. (Lucas 24)

La Pascua, es la vida triunfante. Hoy nos invita a salir de nuestros muros, a romper los círculos que nos tienen apresados, a rechazar la fatalidad del engranaje de los acontecimientos. Jesús murió fuera de los muros, como también nació fuera de los muros.

!Pongámonos en camino para ver la luz, el sol de Pascua!

 

 

 

 









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