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En el camino de los hombres
y de las mujeres
Vivir el hoy, abrir el futuro |
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- Éste era el tema del encuentro
internacional de los curas obreros. Un soplo de Pentecostés
pasaba por esta asamblea compuesta por unas 500 personas.
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- Los testimonios cargados de experiencia
humana y de luchas colectivas daban una orientación decididamente
misionera: la Iglesia es, primero, para los que no están
en ella. El futuro está en los márgenes. El ministerio
de los curas obreros es un ministerio de liberación del
ser humano. La obra de encarnación de Jesús está
por continuar para humanizar la sociedad empezando por los oprimidos.
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- ¡Qué bien sienta oír
palabras como estas dichas por testigos!
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En la gran sala del Palais des Fêtes,
la eucaristía de Pentecostés tenía una relevancia
especial. El pueblo de Dios celebraba en torno a una mesa grande
reuniendo las tres realidades que Jesús quiso unir en
la última Cena: el mandamiento nuevo, el lavatorio de
los pies, la eucaristía. |
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Detrás de cada cura obrero, yo
veía a un millar de personas. Porque cada uno de ellos
tiene un impacto extraordinario si se tiene en cuenta sus compromisos,
sus luchas, sus opciones por los más débiles. A
través de estos curas, yo veía a miles de personas,
un pueblo inmenso que invadía toda la ciudad de Estrasburgo. |
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- Como si quisieran desmentir esta
visión, los periodistas presentes me devolvieron a la
realidad: "Los curas obreros están haciéndose
mayores. Hay pocos jóvenes. ¿Cómo será
el futuro?"
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- "No van a desparecer. Han
abierto una brecha que nadie podrá volver a cerrar.
Mañana, las perspectivas se invertirán, ya no serán
los curas los que se pondrán a trabajar.
Serán los obreros, casados o no, quienes serán
reclamados por la Iglesia para ser curas".
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- A la hora de despedirse, todos cantaban
con convicción:
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- "Ellos se han hecho compañeros
de los explotados,
compartiendo el destino de los que quedaron a un lado.
Con ellos, cada día, viven codo con codo,
Compartiendo la misma lengua del día de Pentecostés".
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