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La pena de muerte |
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- América se está interrogando
nuevamente sobre la pena capital mientras las ejecuciones se
realizan ante la casi total indiferencia de la opinión
pública. Ahora bien, la ejecución de Timothy Mc
Veigh, autor del atentado de Oklahoma City que provocó
168 muertos en 1995, es todo un acontecimiento y aporta datos
nuevos.
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- La opinión ya no se sitúa
en el ámbito de los principios y de la moral, ni siquiera
en el de los errores judiciales: el acceso a los tests genéticos
del ADN modificó los comportamientos. Cada vez con mayor
frecuencia, los Estados imponen moratorias a las ejecuciones.
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- Lo novedoso es que el debate se
desplazó hacia los dominios de la publicidad televisiva.
Se deja ver la ejecución. Se puede decir que se hace pública
aunque la de Timothy se retransmita en directo y en circuito
cerrado para las víctimas en Oklahoma City.
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Los oponentes a la pena de muerte aprovecharon
de inmediato esta oportunidad para plantear una pregunta que
revuelve las aguas: ¿Por qué, a la era de la televisión,
la retransmisión de la ejecución de un criminal
sería tolerable? |
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- Esperemos que el país más
poderoso del mundo espante sus miedos y cambie sus prácticas.
En una época en que se suprime la vida con tanta ligereza,
es tanto más importante afirmar el valor de toda vida
humana y mostrar que una sociedad de hombres y mujeres es capaz
de no vengarse.
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- En Francia, la abolición
de la pena de muerte pasará a la historia como el logro
más positivo de la izquierda. Es confortante pensar que,
de año en año, en nuestro pequeño planeta,
algunos países abolen la pena de muerte. ¿Podremos
soñar con que n día sea abolida por todos los países
del mundo?
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