Carta de Jacques Gaillot del 1 de Junio de 2001

    La pena de muerte 
   
 

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La pena de muerte 

Live Kill 

 
América se está interrogando nuevamente sobre la pena capital mientras las ejecuciones se realizan ante la casi total indiferencia de la opinión pública. Ahora bien, la ejecución de Timothy Mc Veigh, autor del atentado de Oklahoma City que provocó 168 muertos en 1995, es todo un acontecimiento y aporta datos nuevos.
 
La opinión ya no se sitúa en el ámbito de los principios y de la moral, ni siquiera en el de los errores judiciales: el acceso a los tests genéticos del ADN modificó los comportamientos. Cada vez con mayor frecuencia, los Estados imponen moratorias a las ejecuciones.
 
Lo novedoso es que el debate se desplazó hacia los dominios de la publicidad televisiva. Se deja ver la ejecución. Se puede decir que se hace pública aunque la de Timothy se retransmita en directo y en circuito cerrado para las víctimas en Oklahoma City.
 
Manifestation contre la Peine de mort  Los oponentes a la pena de muerte aprovecharon de inmediato esta oportunidad para plantear una pregunta que revuelve las aguas: ¿Por qué, a la era de la televisión, la retransmisión de la ejecución de un criminal sería tolerable? 
 
Esperemos que el país más poderoso del mundo espante sus miedos y cambie sus prácticas. En una época en que se suprime la vida con tanta ligereza, es tanto más importante afirmar el valor de toda vida humana y mostrar que una sociedad de hombres y mujeres es capaz de no vengarse.
 
En Francia, la abolición de la pena de muerte pasará a la historia como el logro más positivo de la izquierda. Es confortante pensar que, de año en año, en nuestro pequeño planeta, algunos países abolen la pena de muerte. ¿Podremos soñar con que n día sea abolida por todos los países del mundo?