CARTA DE NAVIDAD Y DE AÑO NUEVO
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En nuestros países de Europa, Navidad es una fiesta para todos. Es una fiesta familiar, especialmente para los niños. Una fiesta en que recuperamos los gestos de la amistad para compartir procurando no dejar a nadie abandonado a su soledad.
"Encontraréis a un niño". El Dios lejano que hombres y mujeres han buscado a tientas durante milenios se hizo cercano. Se hizo visible en aquel recién nacido envuelto en pañales dentro de un pesebre en Belén. Dios no vino como un sumo sacerdote, un jefe o un sabio. Tomó el rostro de un niño. Navidad es un nacimiento, el del Niño Dios. Dios viene a vivir en medio de nosotros, en nuestra humanidad.
Los pastores de Belén no recibieron pruebas. No existen pruebas de la Natividad. Se les ha dado un signo: "Encontraréis a un niño". No hay otro signo. Si Dios viene a nosotros como un niño en la sencillez y la debilidad, sin nunca imponerse ¿seremos capaces de sentir su presencia, a través de los signos tenues y sin embargo reales de la vida cotidiana y ordinaria? Este rostro de niño es el que fueron a ver los pastores. Se marcharon alabando a Dios.
Os envío mis mejores deseos para Navidad y Año Nuevo con esta plegaria del Primer Testamento, retomado por San Francisco.
"El Señor te bendiga y te guarde,
el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te conceda
su favor,
el Señor te muestre su rostro y te dé la paz."
(Números 6,24-26)
