Catecismo electrónico de Diciembre de 2000 

       
    Fe y moral  
    Se les ha dado la Epifanía a todos los pueblos 
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    Historia de Partenia, Biografia de Obispo Jacques Gaillot 

 

 
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La Carta de Georges Vimard: Sacerdote en Gaza
   
       

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El equipo que trabaja en este catecismo os propone cada mes dos textos. Agradecemos vuestras sugerencias para mejorarlos.
Quisiéramos que este catecismo fuera una construcción común. No dudéis en someternos otros temas.


Fe y moral

Las religiones, cuyo objetivo común es poner en relación el más allá /Dios y la humanidad, elaboran normalmente un código de vida para sus adeptos. Pues, si hay una relación entre nuestro mundo y el cielo, la existencia humana toma normalmente otro sentido y una nueva densidad, que repercuten necesariamente en nuestro camino terrestre. 

 Soutien

Sin embargo, partiendo de una alianza trascendente, las religiones corren a menudo el riesgo de transformarse, ante todo, en un código moral, utilizando la referencia "divina" para dar una autoridad creciente, incluso absoluta a las reglas que enuncian. Se justifican, entonces, todos los inmovilismos en nombre de un supuesto orden divino situado en el ámbito intemporal. El gran peligro es el de huir de una sana búsqueda y de clarificar permanentemente las experiencias vividas.
En lugar de estar al servicio de una moral con dominante normativa, que multiplica y precisa continuamente las reglas de comportamiento, la religión debería ante todo ampliar el horizonte del camino humano, mostrar la amplitud de la existencia terrestre y el sentido de apertura a lo eterno.
Debería abrirnos a la maravilla de sabernos amados por Dios, maravilla que nos reenvía, por otra parte, a nuestra responsabilidad creadora.
Jesús no nos ha dado unas reglas precisas de comportamiento. El nos ha incitado a cada una y a cada uno a osar ser responsables ("¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos?"). El ayudo al cojo, al ciego y al paralítico a abrir los ojos y a levantarse: "Vete, tu fe te ha salvado". Él luchó sin cesar contra las leyes autoritarias. Su Buena Nueva es un mensaje de liberación y de amor, que cobra toda su densidad en la perspectiva de una presencia, de un amor incondicional, en el corazón del difícil camino humano. Ahí está Dios, él que nos amó primero.
Desde luego, es normal que la fe religiosa susciten un cambio en el actuar humano. Pero non en el sentido de una reglamentación minuciosa de nuestros comportamientos. El Dios de Jesucristo es un Dios de liberación y de amor, que cree en el ser humano, en su capacidad de responsabilidad y de sana libertad.
Cuando las religiones testimonian insuficientemente por su manera de ser la maravilla de saber que "Dios está con nosotros", tienden a parapetarse detrás de un papel moralizante. Lejos de ser liberadora, su moral es, por lo contrario, asfixiante, cuando falta el espíritu y la esperanza. Demasiado tentadas a prescribir todo lo que cada uno debería hacer, las instancias morales ponen en peligro frecuentemente su objetivo primordial que es ayudar a acceder a cada uno a su dignidad humana y a su ser personal.
La primera función de una auténtica moral no es reglamentar la conducta humana; esto es más el quehacer del Derecho. Más que determinar lo que hay que hacer, el impulso primordial de la educación moral es despertar las conciencias; es decir, la capacidad de juzgar por sí mismo, de realizar actos personales, de acceder a la libertad responsable y solidaria. Antes que descubrir lo que deberíamos hacer, lo importante, es descubrir poco a poco como actuar para que nuestros actos no sean gregarios, sino auténticamente humanos. Un objetivo más esencial cuando se trata de una moral de inspiración religiosa, pues se trata de personas libres, capaces de una adhesión personal a quienes Dios, el Dios de Jesucristo, llama a un encuentro con Él. ¡"Cuando se ha llegado a ser amado por hombres libres, dijo Dios, las reverencias de los esclavos ya no interesan para nada" (Peguy)!

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 Noël Se les ha dado la Epifanía a todos los pueblos 

Epifanía: la palabra significa "manifestación". En la Epifanía, celebramos la manifestación de Dios. Se manifestó de forma sorprendente en la venida de Jesús en medio de la humanidad. Se trata de la fiesta de la Encarnación. Dios que viene a nuestra carne. Emmanuel: Dios con nosotros. Es Navidad. En las tradiciones orientales, Navidad y la Epifanía no se diferencian. Es el mismo acontecimiento. En Occidente, lo hemos dividido en dos fiestas separadas por unos días, Para la Epifanía, en el relato de Mateo en los Evangelios, se ha recalcado la visita de unos sabios, probablemente astrólogos, a Jesús recién. La piedad popular los hizo reyes, los reyes magos, y sobre todo, hombres que representan las razas conocidas: un negro, un amarillo, un blanco. De modo que esta fiesta de la manifestación toma un sentido nuevo. Dios no se manifiesta sólo al pueblo en el que eligió nacer. Viene para todos. La Buena Noticia de que Dios se manifestó en medio de nosotros no está reservada a una cultura, a un pueblo o a una élite. Lo es para todas y todos.
Cada uno, cada una puede reconocer aún hoy día la manifestación de Dios entre nosotros. Está presente en el gusto por la vida, en la pasión por la justicia, en la búsqueda humana del progreso y de la verdad. Esta Buena Noticia no terminó de expandirse y de aparecer bajo nuevas apariencias. En efecto, cada ser, diferente por su pertenencia cultural, social o racial que se la apropia, la enriquece con sus peculiaridades. Así como los magos se volvieron a sus países por otro camino, la manifestación de Dios se opera por nuevos caminos, por nuevos canales y toma entonces un colorido insospechado. La herramienta de comunicación Internet es uno de esos caminos. Ofrece informaciones que cada uno puede coger a su antojo. Revienta las fronteras. Al utilizar esta herramienta, la manifestación de Dios va a aparecer una vez más iluminada bajo una nueva luz. En la medida en que se entrega a todos los pueblos, a todas las culturas, a todos los medios de comunicación, podrá tender hacia su pleno desarrollo.