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dos textos. Agradecemos vuestras sugerencias para mejorarlos.
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común. No dudéis en someternos otros temas.
Fe y moral
Las religiones, cuyo objetivo común es poner en relación
el más allá /Dios y la humanidad, elaboran normalmente
un código de vida para sus adeptos. Pues, si hay una relación
entre nuestro mundo y el cielo, la existencia humana toma normalmente
otro sentido y una nueva densidad, que repercuten necesariamente
en nuestro camino terrestre. |
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Sin embargo, partiendo de una alianza trascendente, las
religiones corren a menudo el riesgo de transformarse, ante todo,
en un código moral, utilizando la referencia "divina"
para dar una autoridad creciente, incluso absoluta a las reglas
que enuncian. Se justifican, entonces, todos los inmovilismos
en nombre de un supuesto orden divino situado en el ámbito
intemporal. El gran peligro es el de huir de una sana búsqueda
y de clarificar permanentemente las experiencias vividas.
En lugar de estar al servicio de una moral con dominante normativa,
que multiplica y precisa continuamente las reglas de comportamiento,
la religión debería ante todo ampliar el horizonte
del camino humano, mostrar la amplitud de la existencia terrestre
y el sentido de apertura a lo eterno.
Debería abrirnos a la maravilla de sabernos amados por
Dios, maravilla que nos reenvía, por otra parte, a nuestra
responsabilidad creadora.
Jesús no nos ha dado unas reglas precisas de comportamiento.
El nos ha incitado a cada una y a cada uno a osar ser responsables
("¿Por qué no juzgáis por vosotros
mismos?"). El ayudo al cojo, al ciego y al paralítico
a abrir los ojos y a levantarse: "Vete, tu fe te ha salvado".
Él luchó sin cesar contra las leyes autoritarias.
Su Buena Nueva es un mensaje de liberación y de amor,
que cobra toda su densidad en la perspectiva de una presencia,
de un amor incondicional, en el corazón del difícil
camino humano. Ahí está Dios, él que nos
amó primero.
Desde luego, es normal que la fe religiosa susciten un cambio
en el actuar humano. Pero non en el sentido de una reglamentación
minuciosa de nuestros comportamientos. El Dios de Jesucristo
es un Dios de liberación y de amor, que cree en el ser
humano, en su capacidad de responsabilidad y de sana libertad.
Cuando las religiones testimonian insuficientemente por su manera
de ser la maravilla de saber que "Dios está con nosotros",
tienden a parapetarse detrás de un papel moralizante.
Lejos de ser liberadora, su moral es, por lo contrario, asfixiante,
cuando falta el espíritu y la esperanza. Demasiado tentadas
a prescribir todo lo que cada uno debería hacer, las instancias
morales ponen en peligro frecuentemente su objetivo primordial
que es ayudar a acceder a cada uno a su dignidad humana y a su
ser personal.
La primera función de una auténtica moral no es
reglamentar la conducta humana; esto es más el quehacer
del Derecho. Más que determinar lo que hay que hacer,
el impulso primordial de la educación moral es despertar
las conciencias; es decir, la capacidad de juzgar por sí
mismo, de realizar actos personales, de acceder a la libertad
responsable y solidaria. Antes que descubrir lo que deberíamos
hacer, lo importante, es descubrir poco a poco como actuar para
que nuestros actos no sean gregarios, sino auténticamente
humanos. Un objetivo más esencial cuando se trata de una
moral de inspiración religiosa, pues se trata de personas
libres, capaces de una adhesión personal a quienes Dios,
el Dios de Jesucristo, llama a un encuentro con Él. ¡"Cuando
se ha llegado a ser amado por hombres libres, dijo Dios, las
reverencias de los esclavos ya no interesan para nada" (Peguy)! |