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En la plaza del
mercado |
En Alemania, en Karlsruhe, las Iglesias protestante, católica
y anglicana celebraban el 40º aniversario de Amnesty Internacional.
Como ya es sabido, esta conocida organización, que llevó
a cabo la lucha por una justicia sin fronteras, logró
conseguir la liberación de numerosos presos políticos
y a rescatar del olvido a hombres y mujeres que, sin ella, no
habrían tenido ninguna posibilidad de salvación.
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La plaza del mercado estaba llena de una multitud densa y
recogida, con el paraguas al alcance de la mano. Pero el cielo
se mostró clemente con ellos. |
Desde la tribuna, yo divisaba el mercado de las flores
por el que los viandantes iban y venían.
La coral entusiasmaba a la gente y ponía su nota
de belleza en esta celebración.
Me tocaba comentar las palabras del salmo:
"Defended los derechos del huérfano.
Haced justicia al desdichado y al pobre".
Mientras yo hablaba, una paloma vino a posarse muy cerca,
como para demostrar su interés por el ecumenismo. |
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Gestos de solidaridad
Como cada año, yo tomaba el tren para ir al Monastère
de la Pierre-qui-Vire para pasar unos días de silencio
y oración. |
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En el tren, junto a mí estaba una mujer, absorta
en unas enormes carpetas. Enfrente de mí tenía
a un joven, lleno de vida, que me divertía con sus comentarios.
También él tenía sus carpetas. ¿Tal
vez fuese todavía estudiante y preparaba un examen?
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De pronto, un joven magrebí se acercó a mí
para pedirme agua. Yo no tenía. Pero comprendí
que no la necesitaba para él sino para otro. Me levanté
para seguirle. En el compartimiento para equipajes, otro magrebí
estaba en el suelo, gimiendo y ahogándose. |
Volví de inmediato a mi vagón para encontrar
agua. Sin tener que pedírselo, la mujer de las carpetas
me ofreció su botella de agua.
Dimos de beber a nuestro enfermo y le quitamos con dificultad
su gruesa chaqueta de cuero par ayudarle a respirar mejor.
En este instante preciso, llegó el que yo había
confundido con un estudiante: "soy médico",
dijo. Decidimos llevar al enfermo a los lavabos porque necesitaba
vomitar, Luego, lo guiamos, no sin dificultad, hasta el bar para
que tomase algo de agua azucarada.
En todos sus gestos, me admiraba del comportamiento del
joven magrebí: su sentido de la humanidad, su delicadeza,
su presencia. Insistía para dar las gracias a cada uno.
Cuando fuimos a buscar el equipaje del enfermo, se detuvo junto
a la mujer de las carpetas y le dijo: "Gracias por la botella
de agua. Voy a darle otra". |
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Fichaje |
Leyendo el periódico, me enteré, y las fotos
estaban allí para demostrarlo, de que estoy fichado par
"Les renseignements généraux" (información
general). 155 personas relevantes son consideradas "peligrosas"
y catalogadas dentro de la tendencia de extrema izquierda.
Los medios de comunicación no necesitan más
para interesarse. Sin más dilaciones, una cadena de televisión
vino a interrogarme: "¿No le choca verse entre
criminales y terroristas?"
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"No. Estoy en el puesto que le corresponde a un obispo,
junto a los criminales y a los terroristas. ¿Cómo
podría quejarme? Sin embargo, lo que sí me choca,
es esa manía de fichar a las personas. Les clasifica.
No les dejan evolucionar. Les cierran el futuro. Dañan
su buen nombre. Es un delito contra la libertad ciudadana". |
¡Parece ser que también me tienen fichado
en Roma! ¡Y que mi ficha no es nada buena!
Está claro, en la sociedad y en la Iglesia, si uno no
es conforme al modelo, se vuelve "peligroso"... |
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- Un choque saludable
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- Un grupo de unos cincuenta estudiantes de Suiza alemana
habían venido a verme al edificio donde se encuentran
200 africanos sin papeles.
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- Llegaron justo a tiempo en el momento en que se preparaban
para salir para la manifestación en la Plaza du Châtelet
en París como lo vienen haciendo cada jueves desde hace
casi dos años. Es una salida con mucho colorido, con los
tam -tam y los silbatos.
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La maison des Ensembles à
Paris |
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- Primero, los jóvenes visitaron la casa conversando
con los africanos que se habían quedado allí para
custodiarla.
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- Cuando vieron el estado de deterioro de la casa, las condiciones
en que vivían, se quedaron atónitos. Fue un golpe
saludable que seguirá dando ecos en su interior.
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Estos jóvenes se sentían concernidos porque
estos africanos eran seres humanos como ellos. ¿Cómo
podrían ser ciudadanos del mundo? ¿Cómo
podrían hacer opciones sin quedarse separados de los que
sobreviven? |
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- Elección difícil, porque ellos intuían
que no se podía trabajar con los sin papeles y vivir con
gente importante, y tampoco trabajar con los pobres viviendo
al mismo tiempo entre la gente acomodada.
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- Una peregrinación
a
- Santiago de Compostela.
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Al llegar a la edad de la jubilación, Jean se fue
a peregrinar por los caminos de Compostela. Cada noche, anotaba
cuidadosamente sus encuentros, sus búsquedas, sus dificultades.
Este diario interesó a un editor. Faltaba un prólogo,
el cual el peregrino se apresuró a pedirme.
Leí el manuscrito con interés y sorpresa,
porque Jean no leía la Biblia, no rezaba, y, ¡al
llegar a Santiago, ni siquiera entró en la famosa catedral!
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Se había marchado para encontrarse a sí mismo,
para construir su libertad y darle sentido a la última
etapa de su vida. Tenía, como se dice ahora, una espiritualidad
laica, sin referencia a Dios. |
Cuando salió el libro, me invitaron cordialmente
a una sesión de firmas en Dijon. Cuando llegué
a la estación, Jean me esperaba con una gran concha que
pendía de su cuello. "Soy masón",
me dijo. Yo no sabía que en la Maison des Jeunes et
de la Culture, donde se celebraba el encuentro, me iba a
encontrar con masones de toda la región. Todos demostraban
interés por la actitud de la peregrinación. Ellos
también afirmaban tener una espiritualidad sin dogma,
sin revelación. Una trascendencia sin Dios. |
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