Carta de Jacques Gaillot di 1 de Mayo 1997


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Nunca me es posible volver sin emoción a Jerusalén, !ciudad esta tan extraordinaria, embrujante, única! Habitada por tres religiones, que se disputan dos pueblos, es un mosáico de comunidades y de culturas. Es precisamente esto lo que consituye su riqueza y su belleza.

?No estará Jerusalén, por ser portadora de un misterio, llamada a manifestar al mundo entero su capacidad de vivir juntos? Por ahora sigue la ciudad símbolo dividida por fronteras invisibles. En el conflicto que opone Israelis y Palestinos es una de las principales claves en el corazón de las soluciones. La reconciliación entre ambos pueblos no se logrará sin un acuerdo sobre esta ciudad. Reclamada apasionadamente por los Israelis, no deja de ser Jerusalén parte del alma palestina.

Yendo a Belén, a Gaza pude constatar hasta qué punto se ha vuelto insoportable la vida cotidiana de los palestinos. El acordonamiento de los territorios autónomos les impide ir a trabajar a Jerusalén. No se puede llevar a los enfermos al hospital. Los estudiantes no pueden llegar a la universidad. Los productos agrícolas ya no circulan. La mayoría de la población se ve reducida al paro. Eso produce la caída del nivel de vida.

Encontré Israelis y Palestinos desanimados. La continuación de la colonización acentúa las pasiones. Los Derechos Humanos son burlados. La tortura se practica de ambos lados. Las situaciones de injusticia jamás crean la paz.

La Iglesia que hay en Jerusalén continua "pequeña" según la expresión del Patriarca latino. Como Jesús ella sigue siendo signo de contradicción. No existe verdadera libertad religiosa. Los cristianos que pertenecen al pueblo palestino son de cultura árabe. Pero los que pueden hacerlo abandonan la Tierra Santa.

De varios lados se me dijo que las Iglesias cristianas de Europa seguían demasiado tímidas respecto a esta situación. Un posicionamiento claro de su parte sobre la ciudad de Jerusalén y el lugar de los cristianos sería muy bien acogido. Para que la paz sobreviva cara a todo y a pesar de todo.

 


Jacques Gaillot












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