Carta de Jacques Gaillot del abril de 2004

   
El muro de la vergüenza
   
 

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El muro de la vergüenza
 
 
Llegó el momento de celebrar la Pascua y no podemos dejar de recordar que Jesús fue crucificado fuera de los muros de Jerusalén. Con su muerte rompió el muro del odio que separó a los pueblos. No construyamos otros muros nuevos.

Sor Marie Dominique que trabaja en Jerusalén en una casa para jubilados palestinos nos envía una petición de auxilio por culpa del muro de la vergüenza.

Jacques Gaillot  

crucifié hors des murs

 
Os informo de lo que está ocurriendo en nuestro barrio y en las inmediaciones de nuestra casa: el muevo muro de separación de 9 metros de altura está en construcción desde el 11 de enero de 2004.
 
mur de séparation Sustituye un muro que era mucho menos alto, con una altura que permitía franquearlo cuando ya no quedaba ningún paso autorizado par los que iban de Betania y de Abu Dis hacia Jerusalén. 
 
Este primer muro llamado de seguridad ha sido colocado en agosto de 2002. Este muro desorganizó y trastornó profundamente la vida de la población y también la nuestra. De este modo, separa Jerusalén de la Cisjordania, también bordea nuestra carretera y pasa frente a nuestro portal de la entrada. Este muro, ya son miles las personas que lo han pasado, niños, estudiantes de instituto, mamás con sus bebés, ancianos, las caídas han sido muchas y a veces mortales. Hace dos meses, llamamos a una ambulancia para un hombre de unos 65 años que se cayó de espaldas y perdió el conocimiento.
 
contrôles militaires La ambulancia llegó con más de media hora y a la vuelta, a la altura del cruce de Betania, el ejército ha registrado la ambulancia y ha mandado bajar a la esposa del herido, retrasando más aun los cuidados médicos. 
 
¡Lo que está pasando al pie del muro es intolerable! Cientos de personas han atravesado cada día y durante meses nuestra propiedad pasando por encima de las verjas par escapar a los controles militares ya que muchos trabajan en Jerusalén pero no tienen permiso.
 
La gente a nuestro alrededor vive con miedo, miedo a que le detengan, miedo a que les tiren gases lacrimógenos, miedo a ser maltratados como tantas veces ocurre. La tensión es permanente para toda la población cuyas condiciones de vida son cada día más difíciles. Es una lucha de todos los días para toda esta gene que está sufriendo humillaciones y violencias. De verdad nos sentimos solos desamparados ante la inercia generalizada.
 
Nos hacemos portavoces de todos los que están sin voz y que, cada día desde hace dos años, emprenden una auténtica carrera de obstáculos para llegar a su puesto de trabajo, al colegio, etc. Sin mencionar a todos los enfermos que se mueren por falta de cuidados médicos. 

véritable parcours

 
Para realizar nuestra misión también afrontamos muchas dificultades cuando tenemos que ingresar en hospitales a ancianos que son de Cisjordania ya que las ambulancias palestinas no están autorizadas para circular por Israel y hemos de encontrar medios para trasladarlos al otro lado del muro evitando las barreras en las carreteras para que sus familias puedan llevarles al hospital.
 
pas le droit de circuler El mismo problema se plantea cuando muere gente y para las familias que deben apañárselas para transportar el cuerpo del otro lado. La vida ya es sumamente complicada desde hace dos años y va a empeorar ahora con la construcción de este nuevo muro. 
 
Las personas de edad avanzada que tienen autonomía ya no pueden ir de compras desde hace muchos meses ya que todas las tiendas se encuentran del otro lado del muro. Cuántas veces han tenido que llamar a los comerciantes colocándose al pie del muro para hacerles los encargos a través de una hendidura entre dos bloques de cemento.
 
isolation Los ancianos oriundos de Cisjordania están muy aislados porque muchas familias ya no pueden venir a visitarles. Desde la construcción del muro, hemos de redoblar la vigilancia para asegura la seguridad de nuestros mayores. 
 
Otro disgusto fue el de tener que cambiar de proveedores. Esto nos valió un costo mayor puesto que la vida está más cara en Jerusalén. Hoy no sabemos realmente lo que va a pasar si la construcción de este muro llega a su término porque en nuestra casa la mayoría de los ancianos son de Cisjordania y la mayoría del personal también.
 
De los 18 empleados que tenemos, sólo tres tienen la tarjeta de Jerusalén. Durante estos dos años, también a ellos les han obligado a atravesar el muro y cambiar a menudo de trayecto para escapar a los controles ya que, incluso con un salvoconducto, los militares seguían impidiéndoles entrar en nuestra casa.
 
Este muro de 9 metros nos obligará:
  a contratar personal de Jerusalén y por tanto a despedir a la mayoría de nuestros empleados que ahora están en plantilla. 
 
a renunciar a acoger a las personas mayores que vivan también en Cisjordania, es decir a los más pobres. 
dans l'angoisse Estamos preocupadas. También se trata de miles de personas que hoy viven angustiadas mientras el muro se construye sin resistencia ni protestas en el propio lugar de la construcción. No nos han avisado y la casa está, más que nunca, aislada debido al estado de la carretera. Necesitamos cada día ir a buscar a los empleados a diferentes puntos porque el barrio fue convertido en zona militar. 
 
El abastecimiento se volvió muy dificultoso y nos pasamos el tiempo solucionando imponderables y esperemos que nos sea necesario ingresar en un hospital a los ancianos porque el lodo dificulta en grado sumo el acceso a la casa. Esta semana, muchos periodistas y fotógrafos han venido a nuestro barrio convertido en tierra de desolación y humillación.
 
Esperemos que todas las entrevistas organizadas por diferentes periódicos, emisoras de radio y TV aquí y allá van a alertar a la opinión pública y que también despertarán las conciencias de los políticos.
 
Esperamos que Usted también pueda ser nuestro portavoz para que se destruya este muro de la vergüenza.
 
Contamos con su acción para que el diálogo se reanude entre los responsables de ambos pueblos, y le agrademos de antemano que difunda estas informaciones.
Sor Marie Dominique Croyal. 

reprondre le dialogue