- Un verano peligroso
Acabamos de vivir un verano excepcional: un calor canicular en Europa que se cobró miles de vidas entre las personas de edad, incendios que devastaron miles de hectáreas de bosques, tormentas de violencia excepcional que destrozaron casas y cámpings, una sequía sin precedentes que arruinó las cosechas con animales y peces muertos. - Los desarreglos climáticos provocan una cadena de causas que repercuten en la totalidad de la naturaleza ¡ Al ver en televisión a los bomberos al límite del agotamiento luchando con valor contra la violencia de las llamas, pensaba para mí que estamos tan indefensos ante las fuerzas de la naturaleza! ¡La lucha es tan desigual! Lo mismo en los hospitales, en los servicios de urgencias a donde afluían los enfermos. Con escasas plantillas y pocos medios, los médicos hacían todo lo que podían.
- Sin duda se necesiten más medios y plantilla y
una coordinación mayor en los servicios públicos
para afrontar las emergencias. Pero esto nos interpela a todos.
- El recalentamiento del planeta, el agotamiento de los recursos naturales, especialmente del agua potable, la desaparición de los bosques... ponen de manifiesto que nuestro pequeño planeta es frágil y está seriamente amenazado. Estamos en estado de alerta.
- Sin embargo, estas catástrofes que nos ponen duramente a prueba tienen efectos saludables. Poco a poco se está creando una toma de conciencia por todo el mundo para salvaguardar el planeta. Los movimientos de protección de la naturaleza son numerosos.
- Se está dando una nueva sensibilidad par la defensa del entorno planetario que requiere un cambio de actitud: renunciar a las ventajas de la comodidad de la vida moderna, desarrollar una agricultura biológica, promover una mayor solidaridad de los países ricos para con los países pobres. Los políticos no podrán dejar de tenerlo en cuenta algún día. En tanto habitantes de la Tierra, somos responsables del porvenir del planeta, responsables del futuro, para las generaciones que vendrán después de nosotros.
