Carta: Navida 2001 - Enero de 2002

   
Navidad: Dios dentro de la vida 
   
 

Partenia

Cartas

Cuaderno

Biblia

retrospectiva

Archivo

Historia

Ediucuón especial

LInk

E-mail

 

lumière 
Navidad:
Dios dentro de la vida 
 
Cuando mis amigos musulmanes me hablan de Dios, siempre se trata de un Dios que está lejos, inaccesible, el amo absoluto de nuestros destinos. Si Alá está lejos para ellos, no sorprende que les desconcierte el misterio de la Navidad en que Dios toma un rostro humano. Esta afirmación es un escándalo para ellos ¿Cómo Dios podría abajarse de esa manera y hacerse cercano hasta el punto de tomar nuestra humanidad?
 
También soy testigo de que para los cristianos, Dios está lejos de sus vidas y de sus preocupaciones. Es externo a ellos. Está en el más allá, residiendo en algún lugar del espacio, pero no en su vida ordinaria y cotidiana. ¿Entonces, la Navidad todavía sorprende? ¿Por otra cosa que no sean las cifras comerciales?
 
Noël  Ahora bien, cómo dejar de admirarse de que gracias al nacimiento del Niño de Belén, ¡ninguna religión tiene a un Dios tan cercano de los seres humanos! El cristianismo es una religión de la cercanía. La Navidad significa a Dios dentro de la vida. Dios entra en nuestra historia. Dios comparte nuestra condición humana. Se trata de un acontecimiento inaudito que revela el amor inconcebible de Dios por nosotros. Dios viene a vivir entre nosotros y en nosotros. Viene a nacer a Belén y desea nacer en nosotros. "Tú estabas dentro, pero yo estaba fuera. Tú estabas siempre conmigo, yo era quien no estaba contigo" Estas palabras insuperables de San Agustín nos hacen tomar conciencia de que Dios es quien está dentro y nosotros somos los que estamos fuera. 
 
Dios no puede vivir en nosotros sin nosotros, sin la respuesta de nuestro amor.
 
En Navidad, cuando Dios se hace hombre, ya no es posible encontrarse con Dios sin encontrarse con el hombre. Sus caminos se cruzan. Si desfiguro al hombre desfiguro a Dios. Si desprecio al hombre desprecio a Dios. Si hiero al hombre hiero a Dios. "cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo" declara Jesús en MT 25,45.
Esta nochebuena, ¿cómo podríamos apartar la mirada de Belén, ciudad desfigurada por la violencia de las armas y los sentimientos de odio? Belén donde nació el Príncipe de la Paz y que hoy se ha convertido en tierra de enfrentamientos.
 
crèche Por Navidad me gusta visitar nacimientos que nutren la imaginación y el corazón. Allí están los niños con las miradas maravilladas, enseñándoles a los adultos a volverse como niños. 
 
Delante del nacimiento, uno se siente a la misma altura, no aplastado, sino más bien como domesticado. Me fijo en todos los personajes. Hago oración con los sentimientos de María, sobre todo con su alegría ante el acontecimiento tan esperado que se cumple. Veo a José como un vigilante. Vela por María y Jesús. Es consciente de que Dios le ha colocado ahí y no osa moverse; mira sin decir palabra a todos los que acuden junto al niño y siente que los acontecimientos le superan ¡Qué importa! Él confía en Dios y su oración se une a la de María. Hago oración con los pastores que gozan de la alegría de haber sido llamados, reconocidos y amados. Algo apartados veo a los Magos, esas gentes que vienen de otras tierras, portadores de otras culturas. Visitan al niño Dios sin negar nada de sus orígenes.
 
El Belén cobra vida. Lo voy poblando con toda la gente a la que conozco y que han entrado en mi vida. Coloco en sitio preferente a los extranjeros sin papeles, a los Palestinos y las víctimas de la violencia. No me olvido de los presos, los enfermos, los mal queridos que padecen soledad... Un pueblo entero se congrega delante del Nacimiento. Un Belén de los mil rostros.
 
De todo corazón, os deseo una feliz Navidad de Paz y el gozo que María sintió en aquella Navidad.
Feliz año nuevo.

Jacques Gaillot