|
|
- "Haced esto en memoria
mía"
Lucas 22,19
|
Estas palabras de Jesús aquella noche de la última
Cena se retoman en cada misa después de la consagración.
Hacemos memoria de su gesto del lavatorio de los pies que es
indisociable de la última comida. |
Y también ¿cómo no hacer memoria igualmente
de su mandamiento nuevo: "Amaos los unos a los otros como
yo os he amado"?
Hacemos memoria de Jesús que se entrega por nosotros,
que se hace servidor de todos y que ama hasta el final. No podemos
separar la cena de la Eucaristía del mandamiento del amor
mutuo y del servicio al otro manifestado en el lavatorio de los
pies. Estas tres realidades están relacionadas.
|
Hacer memoria abre también al futuro y nos compromete.
Tenemos la responsabilidad de poner en práctica lo que
Jesús hizo en la Cena.
Al celebrar la Cena, los signos del Reino ya están ahí.
De ahí el aspecto profético de la Eucaristía. |
En nuestras sociedades marcadas por las violencias, el
terrorismo, el racismo, la celebración de la Eucaristía
nos recuerda que la reconciliación es posible, que la
paz es posible. Dado que Jesús mató el odio, como
dice el Apóstol Pablo, estamos llamados a vivir juntos
en igualdad de derechos.
En nuestras sociedades marcadas por la pérdida de
las ideologías y los puntos de referencia, por un cierto
desencanto del mundo, por la búsqueda laboriosa del sentido,
la celebración de la Eucaristía nos recuerda la
esperanza del mundo.
"Confiad, nos dice Jesús, yo he vencido al mundo"
El amor nunca está perdido.
Nuestros combates por la justicia y la paz no son vanos. La
Eucaristía, semilla echada en tierra, es un fermento de
humanidad que transfigura nuestras vidas ya ahora. Otro mundo
es posible. |
|
|