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- La buena semilla y la
cizaña
(Mt 13,24-31)
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A menudo Jesús habló en parábolas.
Es decir que contaba una historia tomada de la vida cotidiana
para hacer entender alguna cosa del Reino de Dios que él
vino a anunciar. La parábola de la buena semilla y de
la cizaña se remite a la experiencia de los cosechadores.
He aquí un campo sembrado con trigo por su propietario,
luego la cizaña, una mala hierba, sembrada por una mano
enemiga. Tan pronto como los siervos se dan cuenta, cuando el
trigo empieza a espigar, proponen arrancarla. Pero son refrenados
en su afán por hacer bien las cosas. "No sea que,
al recoger la cizaña, arranquéis también
a la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega." |
A los siervos les mueve el afán por poner las cosas
en orden y la limpieza; son llevados de una simple lógica
del "o bien esto o bien esto otro", lógica del
"o" excluyente. O la buena semilla o la cizaña,
pero no ambas; en este caso es la cizaña que conviene
eliminar, porque representa el mal. En efecto, el mal nos perturba
¿de dónde viene? ¿Quién es este enemigo
que se cuela pérfidamente en las buenas intenciones, en
decisiones y acciones? No queremos ver reducidos a la nada nuestros
esfuerzos por sembrar y buscamos, de manera espontánea,
preservar la cosecha. Pero en la vida compleja que es la nuestra,
las cosas raras veces están bien claras.
El mal y el bien están unidos inextricablemente y no
es fácil diferenciarlos. Un mal puede convertirse en un
bien e inversamente. No nos apuremos tanto para arrancar, no
condenemos con tanta presteza lo que parece malo. |
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- La lógica del maestro es la del "y, y",
"Dejad que ambos crezcan juntos"; y la buena semilla,
y la cizaña. La lógica del "y/y" no permite
zanjar; es global y pone el énfasis sobre lo que es común.
Ambas plantas tienen en común que crecen en el mismo campo.
Reúne y no separa. Haciendo esto, la lógica del
"y/y" mantiene en tensión a términos
opuestos. Esta tensión es especialmente incómoda
de vivir cuando el campo es nuestro mundo.
- Esta lógica nos conduce a la confusión,
nos impide distinguir el bien del mal y hace temer que el mal
ahogue al bien. De este modo, nos gustaría suprimir los
programas o las películas de violencia que contaminan
a la juventud; nos gustaría suprimir a los dictadores
que se burlan de la democracia y de la libertad de su pueblo;
nos gustaría arrancar los carteles publicitarios que hacen
de la mujer un objeto sexual: nos gustaría quitarle de
encima a nuestra sociedad a los ladrones y delincuentes de todo
pelo o también borrar del rostro de la Iglesia todo lo
que la desfigura... Pronto vemos a qué abusos estos deseos
legítimos nos conducirían o nos han conducido ya.
Cuando destruimos lo malo, o lo que consideramos malo desde nuestro
punto de vista, nos arriesgaríamos a destruir también
lo bueno. Necesariamente, hemos de aceptar la coexistencia hasta
la siega. ¿Es preciso entonces no hacer nada y dejarse
invadir? Combatir el mal, el cual, por añadidura no distinguimos
nítidamente, tal vez no sea nuestro quehacer primero;
lo más importante, es suscitar y desarrollar el bien;
se trata de abrir las perspectivas.
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La siega representa el fin del mundo, explica Jesús,
el fin de nuestro mundo. Sólo en ese momento, podremos
establecer un balance y realizar una selección.¿
Es esto un retorno a la lógica del " o esto /o lo
otro"? Quemamos los manojos de cizaña y cosechamos
los granos en el granero. |
Las cosas ya se han vuelto claras. Otras imágenes
del fin de los tiempos que nos da el Evangelio dejan suponer
que podríamos llevarnos sorpresas en esta selección
final. Los justos no son los que pensábamos. He aquí
que los pecadores y las prostitutas nos preceden en el Reino.
Más bien debemos ver en este definitivo momento el advenimiento
de una 3ª lógica que integra a los dos primeras:
puede enunciarse así: "bien esto, bien aquello, bien
ambos".
Únicamente esta lógica de la complejidad puede
aprehender los meandros de la vida humana. Sólo mediante
la espera, la paciencia y la tolerancia a las que nos obligan
la lógica del "y / y" podrá brotar lo
nuevo y el mal salir del bien. |
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Debido a que el orden del "o el trigo, o la cizaña"
es demasiado simple, incluso simplista, hemos de pasar por el
desorden de la mezcla y de la promiscuidad. El coco con codo
con la persona que juzgamos peligrosa es el único modo
de aprender a conocerla y tal vez a estimarla. |
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