Cuaderno de bitácora de agosto de 2004

    Los feligreses de Partenia  Un barrio en lucha
    El rechazo
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Los feligreses de Partenia

Partenia en route Una mujer espera un bus que no llega. Se acerca y me dice: "Lo veo de vez en cuando tomar el bus y cada vez siento deseos de hacerle una pregunta ¿Cómo hacer para encontrar a Dios?"
"Regreso de un barrio periférico donde he estado con unas familias gitanas que están amenazadas de expulsión. Tenía el sentimiento de que Dios estaba allí con su pobre gente. A su lado".
 
Subimos juntos al autobús.
"Desearía creer, pero no lo consigo. Y sin embargo busco a Dios".
"Yo también, como usted,, yo busco a Dios. Cuando les damos la mano a los pobres, estamos en un camino que abre los ojos".
Tenía que bajarme del bus. "Es una pena", me dice.
En el metro, un joven del que pensé si sería originario de la India, se levantó de su asiento para venir a sentarse a mi lado.
"¿Lo molesto? Desearía que me aclarara algo. No soy cristiano pero leo el Evangelio y hay una palabra de Jesús que no comprendo: "A todo el que tenga se le dará. Pero al que no tenga, se le quitará incluso lo que tiene".
"Me gustaría que me preguntara por otra palabra. Esta es misteriosa para mí. Hace tiempo que busco comprender su sentido.

richesse humaine "Tenemos en cada uno de nosotros riquezas humanas y espirituales. No nos las dieron para nosotros, sino para los otros. Lo que guardamos en nuestras manos se perderá. Lo que aceptamos dar a los otros se transformará y se multiplicará". 

"Gracias, esta explicación me sirve muy bien".
En el tren que sale de París para Montpellier, no hay más plazas disponibles. Estoy cerca de las puertas, contento sólo por haber podido subir al tren.
Rápidamente, un hombre de origen asiático se levanta de su asiento plegable y me dice: "Ocupe mi lugar", añadiendo: "No lo hago porque usted sea 'monseñor', sino porque es una persona mayor".
Ocupo su plaza. ¡Este hombre sabía dar preferencia al ser humano antes que su función!
     

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Un barrio en lucha

Los habitantes del barrio popular del Petit-Bard en Montpellier no abandonan. En un inmueble destartalado e insalubre, un incendio ha ocasionado un muerto y varios heridos. Las familias afectadas han decidido ocupar el gimnasio cercano. Se niegan a volver a sus pisos y reclaman al municipio ser realojados.

dans le ghetto El Petit-Bard es un barrio de inmigrantes, que a lo largo de los años se ha ido convirtiendo en un ghetto.
Las familias, en su mayoría marroquíes, no quieren dejarse vencer.
 

Fui invitado a apoyarlos por su situación, me reuní con ellos, visitando el edificio desierto. ¡Que vergüenza daba ver el estado del lugar!

En las paredes del edificio, hay unas inscripciones: "Petit-Bard. Barrio abandonado. Barrio en peligro, Peligro de muerte".
Con el MIB (Movimiento para la Inmigración y los Suburbios), la Cimade, el DAL (Derecho a la Vivienda) y otras asociaciones, se organiza la lucha. Una manifestación ha reunido a más de 1000 personas en el barrio. Algo nunca visto.
 

cité abandonnée

Es la primera vez que los habitantes del Petit-Bard se movilizan y quieren ir hasta el final. Han comprendido que nada se hará sin ellos. Sin su lucha.
Por el momento, los poderes públicos hacen oídos sordos.

   

 

     
   

El rechazo

En las afueras de París, las familias gitanas que son continuamente expulsadas, han encontrado un refugio en un terreno que pertenece al poder regional. Se les hizo la promesa de no expulsarlos. Pero el ayuntamiento no lo ha entendido así y hace todo lo posible para hacerlos marchar.

soutien pour les roms Fui invitado por las asociaciones de apoyo, me fui allí y estuve con las familias que tienen sólo tiendas de lona para abrigarse.
Al caer la tarde, tuvo lugar una concentración en la calle próxima al terreno ocupado.
 
 
Fue una concentración agitada. Era difícil hacerse oír. Unas quince personas, entre ellas el secretario del ayuntamiento, hacían la oposición y daban la voz.
El animador me invitó a tomar la palabra. En ese preciso momento, los oponentes, de común acuerdo, abandonan ostensiblemente la concentración.

Volviendo para París, yo iba meditando en lo siguiente: hoy, en nuestras sociedades laicas, uno no es rechazado por su fe en Dios y sus creencias. Es una elección personal que pertenece a la esfera privada. Pero el rechazo viene de nuestra solidaridad con los más desfavorecidos que viven en nuestras puertas. Lo que trastorna es la opción por los pobres. 

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