Catecismo electrónico de Junio 1997



Discípulos de Jesús La Sexualidad

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Discípulos de Jesús










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Ser cristianos es reconocernos discípulos de Jesús. Es afirmar que caminamos tras sus huellas. Esto plantea hoy un problema: ser discípulos, incluso de Jesús ¿no es sumisión? ?Acaso la relación maestro discípulo no conlleva una pérdida de libertad?

?No me dirige otro, incluso cuando se trata de mi vida íntima?

La pregunta merece que le prestemos atención. Es tanto más auténtica en cuanto atañe a lo más valioso de nuestro ser: somos seres libres. Aquel que renunciara a su libertad sería un esclavo. No estaría en posesión de su humanidad. Además, históricamente, a veces, la jerarquía de la Iglesia ha infantilizado a los católicos practicantes hasta el punto de que en muchas cabezas ser "fiel" sea sinónimo de ausencia total de autonomía y de capacidad de decisión.

Y sin embargo el Evangelio se presenta de entrada como un Evangelio de libertad y no de obligaciones. Cuando Jesús dice":si alguien quiere ser mi discípulo"..., se dirige a nuestra libertad para que existamos ante él. Nos entrega en manos de nuestra libertad y de nuestra responsabilidad de hombre y de mujer.

La práctica no va a desmentirlo. !Qué fermento no ha sido Jesús para sus discípulos! Les transformó... mucho más allá de sus posibilidades y de sus deseos. Así podrá decirles antes de dejarlos: "Ya no os llamo más siervos, porque un siervo no está al corriente de lo que hace su amo; os llamo amigos porque os he comunicado todo lo que le he oído a mi Padre". (Jn 15,15)

 

 

 

 

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La Sexualidad










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"Dios creó al hombre a su imagen... varón y hembra los creó... Dios vio todo lo que había hecho y vio que era muy bueno". La intuición primera del Libro del Génesis es, por tanto, que la sexualidad es radicalmente buena. Es de capital importancia conservar esta percepción fundamentalmente optimista de la sexualidad, sin dejar de ignorar los excesos y las desviaciones que la amenazan.

La sexualidad debe comprenderse en su sentido más completo, porque más allá de su realidad genital, abarca a la persona entera, en su corporeidad, su afectividad, su forma de pensar, su ser... Marca a cada uno, a cada una, cualquiera que sea su situación. Al establecer una atracción entre los seres, respetando las diferencias, suscita las relaciones y colaboraciones más profundas y vivificantes. De estas relaciones con otro brotan fecundidades diversas y se desarrolla una creatividad humana de aspectos múltiples. De este modo, la sexualidad es para cada uno y cada una, cualquiera que sea su estado de vida, un factor decisivo de identidad personal, dentro de la dinámica de la relación con los demás.

Primero, la sexualidad fue enfocada desde su capacidad reproductora: lo cual es comprensible si se tiene en cuenta el deseo y la necesidad, tan imperiosa hasta hace muy poco, de supervivencia de la especie.

Pero en sí no se ha valorizado demasiado.

El descubrimiento de los medios anticonceptivos, al romper el vínculo biológico forzoso entre sexualidad y fecundidad, desempeñó un papel decisivo para tomar conciencia de que la sexualidad es un elemento vital de la relación humana. Hoy día, por decisión personal, la sexualidad se vive dentro de un conjunto de significados que engloban la fecundidad y la rebasan muy ampliamente.

Con ello se despierta un interés renovado por el sentido y el significado de la sexualidad. Es exigente, tonificante. Implica respeto mutuo, comprensión del otro con su diferencia, sin que nunca se desvincule del amor.

 

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