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agosto de 2005 

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Curación de un paralítico
   

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Curación de un paralítico: Marcos 2, 1-12

Cuatro hombres llevan a un paralítico en una camilla, decididos a llevarle hasta Jesús. Tal vez no sea la primera vez que hacen algo por su amigo enfermo. Pero en vano. Esta vez, están convencidos de que el joven profeta de Nazaret podrá hacer algo en su favor.
El problema es acercarse a él. La multitud está cerrando el paso a la casa y, sobre todo, está la barrera de los que acaparan a Jesús en la casa. ¡Por eso que no quede! Estos cuatro hombres no van a retroceder ante nada. La camilla pasará por el tejado y el paralítico, llevado por unos hermanos, se encontrará ante Jesús.

porté par la foi "Viendo su fe": ante semejante determinación y tamaña confianza, Jesús reconoce su fe. No la fe del paralítico de quien nada se dice, sino la fe de esos hombres que se han movilizado para su amigo. 

El paralítico es transportado por su fe antes de ser transportado por ellos en una camilla.
No dice palabra alguna. No pide nada. Se deja transportar.
La primera palabra que Jesús le dirige al paralítico pone de manifiesto una maravillosa acogida: "Hijo mío" Es una palabra que sana.
Jesús no hace ninguna pregunta y no busca saber lo que ha podido ocurrir en su vida. Lo reconcilia consigo mismo: "Tus pecados son perdonados".
Este hombre va a poder vivir su vida, por fin. Ya no tiene que ser transportado y llevado. ÉL puede comenzar a hacerse cargo de su vida y ¡no sólo de su camilla!
Conocemos este tipo de parálisis que nos impide vivir nuestra vida. Preferimos dejarnos transportar por los demás antes que tener problemas. Rechazamos las dificultades y finalmente nos rechazamos a nosotros mismos.

¿Acaso no es más cómodo vivir por poderes lejos de los conflictos?
¿Buscar la seguridad antes que la aventura? Si vivimos sometidos, evitamos correr riesgos. Nuestras vidas se convierten en un largo río tranquilo. Ya no queda lugar para las preguntas, las luchas y las rebeldías.
 

en vivant soumis


¿No es éste el pecado del que Jesús vino a liberarnos?
Porque el paralítico se siente amado como un hijo, puede por fin afrontarse a sí mismo y hacerse cargo de su vida. No volverá a dejarse llevar.