|
|
- Superar el mal con el
bien: Evangelio de San Mateo 5, 38-48
- Los dichos de Jesús son completamente sorprendentes.
Expresan la desmesura. Mientras nosotros vivimos habitualmente
en el modo del "si tú me das yo te doy":
"ojo por ojo y diente por diente", Jesús
nos invita a pasar a otra lógica: no a la de la pasividad,
sino al contrario a un arriesgarse que establece una relación
gozosa para ambos: "Yo os digo que no os resistáis
al mal". Dar sin esperar recibir a cambio y sin desesperar
de nadie. Supera el mal con el bien. Saldarás del ghetto
del miedo.
"Si alguien te abofetea en la mejilla derecha, preséntale
también la otra".
Esta sentencia extraña cobra sentido en esta lógica
de la superación: rompan con la venganza y la revancha.
-
|
No respondas a la violencia con violencia. Quiebra el resorte
de la rivalidad. Intenta hacer tomar conciencia al que te agrede,
de la violencia que lleva dentro de sí mismo. Muestra
a tu agresor la fuerza del que no tiene miedo. Si tu semblante
está desarmado, puedes lograr desarmar al que está
frente a ti. |
Esta actitud no hace más que seguir los mecanismos de
la inhibición, bien conocidos en las relaciones humanas,
como ocurre en las relaciones animales.
En un combate de lobos, el que siente que va a quedar por debajo,
tiende su cuello al dominante y de este modo inhibe su agresividad.
Es un método de regulación. En las relaciones humanas,
el o la que toma una actitud no violenta desarma al agresor,
el que da más que pide, desconcierta y rompe la escalada
de la violencia.
"Si alguien te obliga a andar una milla, vete con él
dos. A quien te pida da...".
Jesús nos hace comprender que el que da no pierde. El
que da transforma a los otros y a sí mismo.
En la célebre novela de Víctor Hugo "Los Miserables",
la policía detiene a un antiguo presidiario que es sospechoso
de haberle robado los cubiertos de plata al obispo. Van juntos
al obispado. El obispo no acusa al que le presenta la policía.
Al contrario, declara que los cubiertos son suyos ¡y le
da, además, dos candelabros de plata! Se da la voluntad
de que el otro viva. El antiguo presidiario vuelve a ser, por
este don, un hombre libre.
"Amad a vuestros enemigos".
|
No amar solamente a los que nos aman, en el modo del "te
doy para que me des". |
-
- En la vida ordinaria, yo invito a comer a los que me invitan,
hago regalos a los que me los hacen a mí, sirvo a los
que me sirven
Pero nosotros debemos imitar la generosidad
del Padre que hace salir el sol sobre los buenos y sobre los
malos. Su amor se extiende a toda la familia humana sin excepción.
Nadie queda excluido.
Se puede pensar que esta sentencia "Amad a vuestros enemigos"
no es para nosotros, pues nosotros estamos "bien" con
todo el mundo. No tenemos enemigos. Pero los enemigos no son
sólo los de fuera. Están también los enemigos
interiores que no son menos temibles; a saber, reacciones de
prepotencia, de violencia, de miedo así como deseos que
no han tenido nunca el derecho de vivir en nosotros, pues las
hemos reprimido, y muchas veces ya desde nuestra infancia.
Esta lógica de la superación no busca el interés
inmediato. Entramos en una operación a largo plazo, en
la dinámica de la amistad en que se da y se recibe. |
|
Estas relaciones humanas entabladas con el otro son del mismo
orden que las que Dios quiere contraer con cada uno y cada una
de nosotros.
|