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Fiesta de l'Humanité
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Gusto del encuentro anual organizado
por el Partido Comunista Francés cerca de París.
Viene gente de toda Francia. Había una multitud. Disfruté
con los encuentros inesperados, dejándome invitar a tomar
un café, un vaso o una comida. |
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- Las especialidades de todas las
regiones se ofrecían a nuestros sentidos. Uno no sabía
que escoger. Algunos jóvenes que toman champagne me invitan.
Se impone una foto. También el champagne.
Las caras están distendidas, abiertas. Ahí se está
para festejar.
Los carteles de Che Guevara están constantemente presentes.
El Che se ha convertido para muchos en un icono de las luchas
de liberación.
No se olvida la solidaridad con los palestinos.
Mi curiosidad es despertada por los lemas inscritos en los puestos.
Uno de ellos cita a Víctor Hugo: "Los que viven
son los que luchan".
Paso delante de una gran sala en la
que acaba de comenzar un debate. Una buena ocasión para
ir a sentarme un poco. El tema es interesante: "creyentes
e increyentes, ¿qué valores comunes para el futuro?". |
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- En la tribuna, cinco hombres intervienen
brevemente. Lo primero que me llama la atención es que
no hay allí ninguna mujer. Es una pena que no se tenga
esta sensibilidad cuando se organiza un debate.
El primer valor común, universal, que estos hombres ponen
por delante es el de la libertad.
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Familias en lucha
300 personas se han refugiado en un gimnasio de los arrabales
de París. La mayor parte son originarios de Costa de Marfil
y de Malí. Muchos no tienen el permiso de residencia.
Son extranjeros ilegales.
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Estas familias habían sido evacuadas por la fuerza
de un edificio que ocuparon durante varios años. Esta
situación en el gimnasio se vuelve intolerable. Me rebelo
al ver a estas familias apiñadas como ganado. |
Hay muchos niños de corta edad. Ha habido tres nacimientos.
En los vestuarios, 6 huelguistas de hambre, muy débiles,
están tumbados en unas mantas. Encuentro hombres y mujeres
que hacen sus plegarias sobre una alfombra o un cartón.
Se cocina en muchos lugares.
Las familias han rehusado ser alojadas en hoteles en los que
no se puede cocinar ni lavar la ropa. Su dispersión pone
fin a su capacidad de actuar en conjunto. |
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Es la determinación y la visibilidad de los que
luchan lo que modifica la mirada de la sociedad. Dos jugadores
del equipo de Francia han ofrecido 70 plazas a los expulsados
para asistir al partido Francia-Italia. Se hizo fiesta en todo
el gimnasio. La portavoz de las mujeres me dice: "Después
de todo lo que hemos sufrido, esta iniciativa ha sido la mejor
terapia".
La solidaridad de la gente del barrio es un signo. El de las
personalidades es otro. La movilización continúa.
Existe una solución inmediata, esperando otra mejor: la
ocupación de un edificio requisado. |
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Aeropuerto de Roissy
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No pasa un día sin que se hagan expulsiones en dirección
a África. Acabo de encontrarme con unos militantes asociativos
en el aeropuerto, pues dos Malienses, Sissoko y Cisse, van a
ser obligados a tomar el avión Paris-Bamako. La policía
está por todas partes. Una fuerza de intimidación. |
En la multitud de los pasajeros, hay la fila de los que
van a Dakar y Bamako.
"¿Vais a Bamako? Hay dos Malienses esposados que
irán en vuestro avión. Se les expulsa por la fuerza
a Bamako. Podéis hacer un gesto de resistencia: no poneros
el cinturón, pedir explicaciones, hacer venir al comandante
"
Se inicia un diálogo. Algunos prometen hacer algo, otros
escuchan cortésmente.
Se ha realizado el embarque. ¿Qué va a pasar?
¿Habrá resistencia a bordo? ¿Un retraso
del avión? No podemos comunicarnos más. |
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Nuestra lucha es desigual. No nos hacemos ilusiones. Hemos
sembrado algunas semillas.
Ya darán algunas noticias la asociación maliense
de expulsados, creada en enero de 2006, durante el forum social
europeo de Bamako. Esta asociación acoge y moviliza a
los expulsados. Esto permite la prolongación de la lucha
aquí y allá.
Durante este tiempo, varias decenas de ilegales han investido
al consulado general de Malí, denunciando el conflicto
entre el Estado maliense y el Ministerio del Interior. Se trata
de la concesión de los salvoconductos que han provocado
la expulsión de los sin papeles. |
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¡Al fin libres!
Cerca del aeropuerto se encuentra un centro ultra vigilado
por la policía. Un lugar difícil de encontrar.
Los sin papeles están allí encerrados a la espera
de ser expulsados a sus países de origen. Algunos tienen
la suerte de ser liberados por decisión de la justicia
o porque el Cónsul de su país no ha querido firmar
el salvoconducto que permita su expulsión.
Hemos venido varios a buscar a dos sin papeles que serán
liberados a las 18h y a otros dos a las 21h. Ante las verjas,
hago grandes gestos con el brazo a los africanos que veo a lo
lejos tras otras verjas. Ellos me responden agitando sus brazos. |
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Nuestros dos amigos, que han pasado 32 días en este
centro, están contentos de ser liberados y acogidos. Viajan
ligeros: un simple saco. En el coche, ninguna queja por su parte.
Tienen prisa por volver a ver a los suyos y a todos los que ocupan
el gimnasio.
No han conocido la humillación de la expulsión,
pueden volver como vencedores. Será su fiesta.
Pero, cual no fue nuestra sorpresa: en el momento de llegar,
nos encontramos frente a unos furgones de policía y a
un gran número de policías. Tomamos rápidamente
otra dirección, dejamos el coche y seguimos a pie hacia
el gimnasio cuando cae la noche.
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¿Qué ha pasado? Un padre de familia ha ido a
buscar a su niño a la salida del colegio. Mientras esperaba,
la policía lo vino a detener. La protesta fue inmediata.
¡La fiesta tendrá lugar en otra ocasión! |
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