Cuaderno de bitácora de julio de 2005

		De retiro	Un lugar de fraternidad
		La muerte de un amigo	Teología de la liberación
		Bibliographie

		De retiro Como cada año, me marcho a una abadía benedictina para un tiempo de silencio y de oración. Dejo la multitud para la soledad. Dicen que si Jesús no hubiera llegado tan lejos en la soledad, nunca habría llegado tan lejos en sus encuentros con las multitudes. Jesús no se eximió de ir al desierto. Para él fue una necesidad apartarse y orar. Siento esa misma necesidad y cada día hago largos paseos en el bosque que rodea el monasterio.  Valoro el hecho de formar parte de una comunidad en oración. Los monjes me acogen como a uno de los suyos. Comparto su vida marcada por el ritmo de los oficios, excepto en los maitines que se celebran a las 2h de la madrugada. El Padre Abad me invita a presidir la Eucaristía y a hablar en el capítulo. Los monjes disfrutan con los hechos de la vida. Todavía recuerdan las anécdotas de los años anteriores. Escuchan con atención la situación de los sin papeles y de las familias en malas viviendas. Uno de ellos se plantea: "En el monasterio tengo todo lo que necesito para vivir. Tengo la seguridad del futuro. ¿Cómo puedo ser pobre?"
		Un lugar de fraternidad Me invitaron a intervenir en una logia masónica. El gran Maestro me acoge al atardecer en la estación y me lleva en su coche para ir al encuentro.  "Habrá mucha gente esta noche, me dice. Masones de otras logias y mujeres. Es curioso, cuando invito a un hombre de iglesia, hay lleno completo. La última vez había traído a un personaje importante: el director de la comunicación en la televisión. Hubo muy poca gente. Sin embargo, todo lo que tiene que ver con la Iglesia atrae." La casa de los masones es una casona de varias plantas. Empiezo dándome una vuelta por las cocinas del sótano donde les "aprendices de masones" preparan activamente la comida ¡para 110 personas! Pero me tengo que ir al templo para hablar sobre el tema solicitado: "Laicidad e Iglesia católica" Los participantes dejan a un lado la laicidad para centrarse en la Iglesia. ¿Acaso no está repleta de símbolos, de ritos, de misterio, de espiritualidad? Todas las cosas que los masones valoran.   A pesar de sus críticas al encuentro de los dogmas y el déficit de libertad de los cristianos, no pueden permanecer indiferentes a la Iglesia. Después de las cuestiones serias, pasamos al aperitivo y a la cena. Se respira alegría. Da gusto ver a estos masones felices por estar reunidos. Dedican tiempo para pasarlo bien juntos. "Para mí es importante tener este lugar de fraternidad, me dice uno de ellos. Aquí me siento en confianza y se me escucha." Casi es la hora de maitines para los monjes (las 2h de la madrugada) cuando un masón me trae de vuelta a dormir a casa de su familia.
		La muerte de un amigo Conservo tres imágenes de Olivier que nos dejó con 48 años. En la celebración de su boda, en el momento de dar su consentimiento, recuerdo sus lágrimas que no le dejaban hablar. Le podía la emoción y mostraba su fragilidad. Me sorprendí porque eso era inusitado en él. Dejaba transparentar su humanidad en el corazón de la celebración. Olivier se entregó a fondo en la asociación Partenia que se ubicaba en aquel tiempo en un gran edificio donde los sin papeles habían encontrado un refugio. Venía a menudo, por la noche a reunirse con ellos. Yo notaba que era feliz por estar allí. Olivier dejaba entrar en su vida a los sin papeles, y eso le cambió en su vida de hombre y en su fe.  Queda la celebración de su funeral que transcurrió en un clima de paz y de esperanza. Las palabras de Jesús caían sobre el auditorio como semillas en tierra virgen: "yo era extranjero y me acogisteis." Muchos estudiantes de la escuela de periodismo vinieron a rendirle un último homenaje a quien había sido su profesor. A Olivier le gustaba tomar la palabra. Ahora que él ya había entrado en el silencio de la muerte, uno de sus alumnos se levantó para tomar la palabra. El relevo estaba garantizado.
		Teología de la liberación En Berna, el movimiento de los cristianos sociales se reunió para reflexionar sobre la teología de la liberación cuyo punto de partida es el mundo de los pobres y de los oprimidos. Ellos son los propios actores de su liberación ¿De qué modo lo que ocurrió en América Latina y en otros países puede iluminar nuestras prácticas? Me encontraba ante un auditorio de oro. Aquellas mujeres y aquellos hombres están comprometidos desde hace años con los más excluidos : desempleados, SIDA, drogodependencias, sin papeles... Afrontan riesgos para ayudar a los que están en peligro. Protestantes y católicos trabajan mano con mano con la única preocupación por trabajar por los desfavorecidos. Yo escuchaba con admiración estos testimonios. No se conformaban con discursos, hablaban de las luchas que habían peleado juntos. Estas mujeres y hombres estaban trabajados por el Evangelio, era visible. Estaba en la asamblea un pastor protestante de la Iglesia Reformada que también dio un hermoso testimonio. Frente a las leyes cada vez más duras, no le dio miedo actuar. Recuerdo agradecido su acogida en Berna hace unos años. Era el día de la fiesta del domingo de la Reforma. Me había invitado a predicar y luego a celebrar con él. En el templo, los sin papeles habían hallado cobijo. Este pastor había sido valiente al acogerles y defenderles.