Carta de Jacques Gaillot di 1 Octubre 1999

Un profeta para nuestro tiempo
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Un profeta para nuestro tiempo

Dom Helder Cámara me hizo mucha huella y ha dejado huellas en muchos. Para él, el cristiano está hecho para ser libre y el cristianismo sólo puede ser liberador. Sencillamente dejaba que su vida hablase del Evangelio. Una vida de Evangelio escrita con los pobres.

Estando con Dom Helder en Sao Paolo, recuerdo un hecho que contaba moviendo los brazos: "Unos cristianos han venido a verme. Seguían horrorizados de lo que acababa de ocurrir. En nuestra iglesia, decían, han roto la puerta del tabernáculo. Tiraron las ostias por el suelo y robaron los copones". Ante tamaña blasfemia, estos cristianos me pedían que fuese a dar una misa de expiación en su iglesia. Después de haberles escuchado, les di mi consentimiento: "iré a dar esa misa de expiación". Pero también añadí de inmediato: "cuando encontréis gente aplastada por la miseria, víctimas de la injusticia, no olviden que Cristo está igualmente presente. En esos pobres, él es despreciado y humillado. Delante de esas situaciones de injusticia vengan a verme, tan horrorizados, para pedirme que vaya a dar una misa de expiación".

Dom Helder había hecho opción por los pobres. Su lucha contra la injusticia ponía luz en los ojos del pueblo. Osaba denunciar la explotación de los pobres, reconociendo su derecho a la legítima defensa.

Partidario convencido de la no-violencia, concienciaba a las comunidades de base para que tomasen ellas mismas en mano su destino. El amigo de los pobres era subversivo, decía: "Cuando ayudo a los pobres dicen que soy un santo. ¡Cuando trabajo para que estos pobres se vuelvan responsables y protagonistas dicen que soy un obispo rojo!"

El obispo de las "favelas" tuvo molestias y amenazas por parte de la dictadura. Padeció por parte de la Iglesia. Su sucesor en Recife fue a cintra corriente de su pastoral, desmantelando lo que él había establecido, incluido el seminario al que él tanto quería.

Aquel que había gritado una mensaje profético por todo el mundo, con ocasión de múltiples viajes y conferencias ha sido reducido al silencio. Pero no se puede parar el eco de una voz grande. Su muerte es una simiente. Los pobres, hoy, siguen siendo portadores del Evangelio.

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Mgr Jacques Gaillot
IGLESIA VIRTUAL
IGLESIA DEL AÑO 2000
Un obispo
en el reino de Internet

Cuando, en enero de 1995, Jacques Gaillot fue depuesto brutalmente de sus funciones en Évreux, esta evicción tomó la forma, algo surrealista, de un nombramiento a la cabeza de una diócesis ficticia desde siglos, Partenia, en Argelia. También le convirtió en una especie de obispo virtual cuyos feligreses potenciales estaban dispersos por todo el planeta... Un año más tarde, decide tomar la institución al pie de la letra y crea una página Internet para entrar en comunicación con interlocutores de todo el mundo. El éxito fue inmediato: de toda Francia, de Canadá, de Australia y decenas de países, miles de internautas seglares y religiosos, cristianos y no cristianos, aprobadores o contradictores, conversaron sobre los temas más diversos.

Este libro da cuenta de este lugar extraordinario de intercambios, la página Partenia 2000, reflejo de una Iglesia del mañana para la cual el recorte geográfico de las diócesis, heredado de la Edad Media, ya no tendrá mucho sentido. Jacques Gaillot presenta, recopilados por Philippe Huet y Elizabeth Coquart, mensajes que hablan de la exclusión, del racismo, de la pena de muerte y otros tantos temas candentes. El sueño de una Iglesia en contradicción con la evolución del mundo, evocación de las rebeliones y de las esperanzas de toda una generación, esta recopilación de testimonios que el obispo recibe con la fe que es la suya, inaugura una "pastoral" de un género totalmente inédito.

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