Carta de Jacques Gaillot di 1 de Septiembre 1997


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Seremos audaces en el futuro?

 

Iglesia católica se prepara para congregar a varios centenares de jóvenes. En este agosto tranquilo, las Jornadas Mundiales de la Juventud son un evento. Jóvenes de numerosas naciones van a compartir, celebrar, vivir juntos con entusiasmo. El carisma de comunicación del papa Juan pablo II obrará maravillas.

Celebremos la audacia de la Iglesia que ha sido capaz de congregar a tantos jóvenes en un ambiente festivo. Y bien, la Iglesia tendrá la misma audacia para hacer la opción por los que el mundo deja a un lado, para dejarse transformar con el fin de estar allí donde la vida humana esté amenazada?

Vivimos en un país duramente afectado por el paro y la exclusión. Al pensar en los extranjeros sin papeles, en las familias sin vivienda, en los trabajadores aterrorizados por la perspectiva del paro y la precariedad, me pregunto si semejante asamblea puede expresar sencillez y solidaridad para con ellos.

Si la Iglesia tuviera la voluntad de hacerse cercana a la vida de la gente, compartiendo sus luchas y sus esperanzas qué signo profético se entregaría a la humanidad!

Los jóvenes cada vez más ausentes de nuestras iglesias son sensibles a la sencillez del Evangelio y al comportamiento de Jesús que manifestó su solidaridad con los más pobres. La Iglesia de Francia, anfitriona de este encuentro, lo habrá comprendido bien al contratar a una agencia de publicidad para poner carteles con frases del Evangelio a modo de eslogan? Al encargar la organización de las grandes celebraciones a una empresa especializada? al pedirle a un gran diseñador de moda que diseñara las casullas para las celebraciones?

El dinamismo que se va a expresar durante el transcurso de estas Jornadas Mundiales de la Juventud no puede hacernos olvidar los tremendos lastres que paralizan a nuestra Iglesia.

Tantas preguntas quedan sin respuesta, tantos impulsos paralizados, tantas expectativas frustradas. Que se trate de la sexualidad, del puesto de las mujeres, de los divorciados vueltos a casar, de las nuevas formas de ministerios, de la democracia, del reconocimiento de una opinión pública dentro de la Iglesia... el debate está vedado.

Pero yo me mantengo optimista. Hemos entrado en un mundo nuevo. Hay que innovar. Dondequiera que me inviten, descubro con alegría que la Iglesia está en trance de nacimiento. Soy el testigo de fuerzas creativas. El soplo de Dios está actuando.

(Artículo publicado en Le Monde del 8 de agosto de 1997)

 


Jacques Gaillot












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