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- En aguas de la isla de
Djerba
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- Las playas tunecinas para turistas no estaban muy alejadas
del drama que tuvo lugar en mitad de la noche. Un viejo carguero
con 250 clandestinos a bordo naufragó. Venía de
Libia, bordeaba las costas de Túnez para ir hacia Italia.
¡Sólo se contaron 41 supervivientes!
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Estos jóvenes africanos veían de muy lejos.
Les quedaba lo más difícil por conseguir: llegar
a Italia con unos barqueros poco escrupulosos que saben explotarlos
y hacerles correr enormes riesgos. |
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- Mientras en nuestro país las leyes sobre inmigración
son cada vez más represivas y el control de la inmigración
se intensifica ¿Cómo se explica que los candidatos
al viaje sean cada vez más numerosos? A pesar de todas
las medidas disuasivas que se toman y los medios cada vez más
sofisticados que se emplean, los emigrantes quieren llegar a
la otra orilla del Mediterráneo. El nuevo muro que Europa
intenta levantar a lo largo de sus fronteras no consigue encauzar
la marea de los que llegan. La caza de los clandestinos, tan
inhumana, resulta ineficaz.
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Cuando los jóvenes africanos viven la miseria, el paro,
la desesperación, sólo piensan en una cosa: marcharse
para conocer el El dorado de Europa. |
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- ¿Quién podrá impedirles a los pobres
venir a donde se encuentran las riquezas? En la televisión
se enteran de nuestros modos de vida. Cuando están en
países desgarrados por los conflictos, la corrupción,
en los que el futuro está cerrado, quieren escapar a la
suerte de todos.
- Muchos perecen en el mar o son rechazados en las fronteras.
Los que vuelven al punto de partida tampoco se dejan abatir.
Ya aprovecharán otra ocasión para volver a marcharse.
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El futuro no reside en el cierre de las fronteras. Entre las
dos orillas del Mediterráneo, la colaboración todavía
es un proyecto. Los retos del desarrollo y de la inmigración
siguen ahí. Pero el día llegará en que la
vieja Europa necesitará de África. |
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