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- Una mujer ejemplar
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Aung San Kyi, Premio Nóbel de la Paz de 1991, ha sido
nuevamente arrestada por la junta birmana que hace reinar el
terror sobre el país. Esta mujer sigue adelante con determinación.
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- Nada la detiene: ni detenciones, ni los años pasados
en vigilancia domiciliaria, ni vejaciones o humillaciones. Le
autorizaron a visitar a su marido que se moría de cáncer
en Londres, se negó a ir sabiendo que si marchaba ya no
podría volver a Birmania. Incansablemente, habla con una
libertad sorprendente y denunció la dictadura que confiscó
las elecciones abofeteando la democracia. Una injusticia contra
el pueblo.
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Extrañamente la junta militar está atemorizada
por esta mujer de aspecto frágil, con las manos desnudas
y el rostro desarmado cuyas palabras nunca apelan a la violencia.
Sorprende que estos generales que están en el gobierno
no hayan podido soportar a esta resistencia tan popular que sabe
luchar sin odio. Tenían que acallar a esta gran voz a
la que el pueblo amaba escuchar. |
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- Los dictadores sólo conocen la represión.
Deportan a las poblaciones, dictan trabajos forzados, inclusive
para los niños, y mandan disparar sobre las multitudes
provocando decenas de muertos.
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- La comunidad internacional reaccionó rápidamente,
censurando a esos dictadores que le dan la espalda a la democracia
y a las libertades. La liberación de Aung San Suu Kyi
se impone para preparar el futuro de este país que se
ha convertido en una inmensa prisión de barrotes invisibles.
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