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- Un fruto maduro
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En la preciosa región de Ardeche, donde la naturaleza
es tan atractiva, se habían congregado un gran número
de cristianos para pasar todo el día, para escucharme
desde luego, pero también para plantearme sus numerosas
preguntas. |
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- Una en especial no podía quedar sin formular ya
que nos reunimos en un 11 de octubre, fecha de la apertura del
Concilio Vaticano II hace 40 años. "¿Qué
queda hoy del concilio? ¡Para este aniversario, a Roma
no se le ha ocurrido nada mejor que canonizar al fundador del
Opus Dei!".
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- Muchos, entre los participantes, han tomado sus distancias
con respecto a la institución. Les ha decepcionado la
Iglesia Oficial, pero no por ello están amargados.Unos
piensan que la Iglesia es incapaz de reformarse, se pelean en
otros frentes. Otros mantienen un vínculo con la Iglesia
a la que siguen amando. Pero eso conlleva sus dificultades.
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- Estando con ellos, lo que me llama la atención
es su vitalidad. ¡No les faltan compromisos! Son cristianos
en libertad, mirando hacia el futuro. Les gusta ir a las fuentes,
para vivir de Jesús y de su Evangelio. Tienen una fe personal,
no quieren para nada un pensamiento prefabricado, les preocupa
la autenticidad, saben decidir por sí mismos. La calidad
de su escucha y de sus preguntas me llenaron de admiración.
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- Así que no me costó mucho contestar a su
pregunta: "¿Qué queda del concilio?".
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"Vosotros sois hoy un fruto maduro del concilio. La madurez
de que dais muestras, la libertad que poseéis, la solidaridad
que mostráis, son signos que evidencian que la savia del
Concilio ha irrigado vuestras vidas. |
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- Cuando yo era joven sacerdote en el momento del Concilio,
no encontraba auditorios como el vuestro. Vosotros realizáis
hoy las promesas del Concilio. Ninguna autoridad podrá
impedir esta libertad y esa madurez que os caracterizan y que
caracterizan a una gran parte del pueblo de Dios en la base".
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