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No a la guerra, Sí
a la paz |
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- Una vez más, respondieron
a la violencia por la violencia, a la barbarie por la barbarie,
¡como si no supieran hacer otra cosa!
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- La guerra fue la respuesta. Cuando
se inicia una guerra, no se sabe ni cuando ni como se terminará.
Simplemente, se sabe que es más fácil hacer la
guerra que hacer la paz.
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Una lluvia de bombas cayó sobre
uno de los países más pobres del mundo, devastado
por años de guerra. Y, como siempre, el pueblo es el que
paga las consecuencias. ¡Ay de ese pueblo! Padeció
la invasión rusa, la guerra civil, la opresión
de los talibanes, una terrible sequía ¡y ahora el
éxodo! El engranaje de la violencia traerá consigo
las represalias. Son de temer nuevos atentados terroristas. Cuando
das una patada a un nido de avispas, está casi garantizado
que te van a picar. |
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- Y, sin embargo, existe una alternativa
a la guerra: la de la justicia y del derecho internacional.
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- Apliquemos sin tardar las resoluciones
de la ONU respecto del pueblo palestino.
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Pongamos fin al embargo contra Irak,
un embargo que mata niños cada día. |
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- Metámonos con los paraísos
fiscales donde reina la opacidad fiscal.
- Pongamos ante un tribunal internacional
a los artífices de los atentados del 11 de septiembre
y a todos los que los apoyan, les financian y les protegen.
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- Tomémonos en serio las peticiones
anti globalización que quieren construir un mundo más
justo y más solidario.
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La guerra no va a poner fin al terrorismo.
Si Ben Laden es capturado o asesinado, otros vendrán tan
peligrosos y fanáticos como él. En Nueva York,
en una pared de la entrada de la ONU, están escritas las
palabras del profeta Isaías. |
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- Aquel que anuncia un mundo en paz
en que los pueblos "de las espadas forjarán arados
y de sus lanzas harán podaderas. Las naciones ya no levantarán
la espada unas contra las otras". (Is. 2,4)
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