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El mañana está
por hacer |
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- Recordaremos durante mucho tiempo
este 11 de septiembre de 2001 que dejará el atentado terrorista
escrito en la historia de este siglo como un acontecimiento sin
precedente. También tuvimos el 9 de noviembre de 1989
con la caída del muro de Berlín que marcó
un umbral en el futuro de los pueblos y alimentó muchas
esperanzas de que muchas cosas fuesen posibles.
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Desde este momento estará ahí
el 11 de septiembre de 2001, día de terror y de desolación
en que América fue herida en el corazón. La humanidad
va a dar un vuelco/giro. Ya nada será como antes. Unos
terroristas han sabido utilizar la fuerza de estado más
poderoso del mundo para devolvérsela en su contra. La
conmoción fue enorme. La reprobación unánime
o casi.. |
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- Como ustedes, al ver las imágenes
del fin del mundo en televisión, me embargó la
compasión para con las víctimas, sus familias y
el pueblo americano. ¿Cómo dejar de sentirse cercano
de este pueblo precipitado en el drama? Desde todas partes, era
emocionante comprobar esa cercanía de seres humanos y
pueblos, por encima de las fronteras culturales, políticas
o religiosas. El recogimiento observado durante tres minutos
de silencio por tantos hombres y mujeres, allí donde se
encontrasen, les hacía participar, en misteriosa comunión,
con la familia humana entera.
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- Ante estas acciones increíbles
de terrorismo que desafiaron la primera potencia mundial y revelaron
en un mismo tiempo su vulnerabilidad, escuché esas palabras
que resonaron extrañamente en mí. Resonancia del
miedo: guerra, respuesta, golpear, venganza... Palabras que ya
había escuchado en tiempos de la guerra del Golfo.
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- El terrorismo, ese es el enemigo,
puede estar en cualquier parte. No tiene rostro. Si declaramos
la guerra al terrorismo con medios enormes, existe el riesgo
de llamar a una nueva y gran cruzada con espíritu de venganza.
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Los terroristas son en parte productos
de nuestra sociedad. Preparamos a hombres que hoy son asesinos,
hombres que no aceptan la dominación de los nuevos amos
del mundo. Con razón les reprochamos ser unos fanáticos
y matar en nombre de Dios. ¿ No corremos el riesgo de
responder en nombre de Dios? ¿Cómo si Dios no dejara
de ser el Dios de los ejércitos? |
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- A la hora de escribir estos renglones,
no sé lo que ocurrirá con esa guerra, pero temo,
como siempre, que se utilicen los medios empleados por los terroristas,
o sea, la violencia. Permanecemos atrapados en este ciclo infernal
de venganza y dominación. ¡Hemos sido educados en
esta cultura de dominación y de violencia tan contraria
al Evangelio! El Evangelio nos enseña que vencer al otro
siempre es una derrota. Los discípulos de Jesús
nunca son llamados a dominar a los demás, quienes quiera
que sean.
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- Ceder a la guerra es un retroceso.
Es el signo de que la violencia todavía es una brecha
por donde nos precipitamos. Resignarse con la guerra ya es un
fracaso.
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- Los musulmanes con los que hablo
entienden esto. Temen, a pesar de todas las voces que lo han
desmentido, que se confunda el terrorismo con el Islam. Saben
que para muchos, ellos se convertirán en sospechosos.
- Los palestinos de los territorios
ocupados tienen sobradas razones para estar preocupados. La guerra
contra el terrorismo vendrá a legitimar las intervenciones
del ejército israelí para la opinión pública
internacional.
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- Con motivo de cada atentado suicida,
podrán ejercer la represión de forma desproporcionada
y despiadada.
- En cuanto a los países sospechosos
de dar cobijo a los terroristas, con razón temerán
lo peor. Una vez más, los pueblos pagarán los platos
rotos de la guerra.
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- Si entramos en el ciclo de la violencia
con la voluntad de ejercer represalias, nos alejamos de la paz.
La guerra siempre es fuente de nuevas injusticias. La paz que
se consigue por la fuerza de las armas no puede ser duradera
porque no se fundamenta en la justicia. Lo que crea la paz es
la justicia entre los pueblos.
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El acontecimiento dramático del
11 de septiembre de 2001 podría ser una ocasión
para construir de otra manera el siglo que viene, con un espíritu
de justicia y de paz y no con espíritu de represalias
y de dominación. Es un alumbramiento difícil. |
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- Mantengamos la esperanza de que
otro mundo sea posible, con el sueño que movió
a Martín Lutero King durante su larga marcha de la libertad
en Estados Unidos: el de la igualdad entre todos los humanos.
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