Carta de Jacques Gaillot del 1 de Julio de 2000

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Un obispo diferente Partenia sin fronteras
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Cinco años de diálogo discreto pero tenaz. Cinco años de lucha para denunciar la injusta decisión de 1995. Cinco años de textos y de citas para que Jacques Gaillot sea finalmente reconocido como "obispo de los sin". En el centro de este buen combate: Partenia 2000. Relato.

"Saló del purgatorio", "Reconciliado con sus iguales", "Reconocido como obispo de los excluídos ". No ocultemos nuestra alegría bajo una discreción demasiado modesta. El intercambio de cartas entre Louis-Marie Billé y Jacques Gaillot es una victoria para todos los que han considerado escandalosa la expulsión del obispo de Evreux, en 1995, por el Vaticano y para todos los que, de cerca o de lejos, se reconocen como fieles de Partenia.

Este acuerdo es el fruto de un año de incansables esfuerzos para dialogar con los obispos. Desde su creación, Partenia 2000 se ha dado como objetivo mantener un diálogo con los responsables de la Iglesia católica, para no dejar enterrar "el asunto Gaillot". Hacer Iglesia de otra manera ha sido muy difícil. ¿Cuantos ha dejado de responder a nuestras cartas, a nuestras llamadas? ¿Cuantos nos han dado cita tres o cuatro meses después de nuestra solicitud? ¿Cuantos Han fingido que nos comprenden, replicándonos que "nuestro combate no tenía salida"? Aunque el nuncio apostólico en Paris nos recibía el 15 de enero de 2000, es preciso recordar que fue gracias a la presión de una manifestación que reunió a miembros de Partenia venidos del extranjero y de toda Francia, acompañados de varios cientos de sin-papeles?

No es necesario ser un gran clérigo o un gran teólogo para admitir que la fe en Cristo invita a unas rupturas. Con nosotros, en nosotros, él rompe las ligaduras serviles a las autoridades, a los opresores, a todos los poderes faraónicos. ¡Que de veces nos hemos opuesto a la Institución, confundida con un inmutable credo! A los que se ríen burlonamente cuando se evoca a Partenia, sugerimos une religión diferente de la de los Grandes Sacerdotes, protectores del Templo, otra autoridad que la de Roma, que pone murallas contra toda evolución política y son los defensores del "desorden establecido". ¡Nosotros replicamos gozosamente que la historia de la Iglesia no se escribe únicamente con unos cuantos obispos o algunos clérigos, sino con todos los cristianos! Los que acompañan a Jacques Gaillot en el camino de Partenia aman la libertad, no han nacido de un agua menos viva que los canonistas más o menos patentados por los órganos oficiales, expertos en cristianismo centralizado y ultramontano.

     
   

Un obispo diferente

"Cantare non extra chorum sed in choro". Jacques Gaillot no canta en el coro. ¡Que de veces nos han repetido esta frase de Juan Pablo II, como una antífona!
Poco importa que el coro cante desafinado. O que los cantores hayan desertado de las iglesias. El reproche se ha repetido machaconamente -como único argumento a las precisiones que exigíamos - hasta el punto de que aún hoy no sabemos qué nota falsa ha podido emitir Jacques Gaillot, con relación a la partitura inicial, el Evangelio.

"Nos hemos equivocado con Gaillot", nos han susurrado algunos. El divorcio ha sido decidido. ¡Pero no por consentimiento mutuo! Presentar a Gaillot como un "error de casting" es revelador. ¿Como un prudente director de seminario -él lo fue en el 68- ha llegado a ser un obispo molesto? Esto pone en tela de juicio el sistema de cooptación e incluso el de la reproducción de las élites. ¿Es necesario, entonces, que un sacerdote, para acceder a una responsabilidad episcopal, deba probar ante todo su docilidad? Con Gaillot, un virus se ha deslizado en el formateado. Como personaje oficial, Jacques Gaillot se ha arriesgado a adoptar un comportamiento original y a interpelar a la sociedad sobre la injusticia, sobre la exclusión, la sexualidad, el racismo.

Cuando otros obispos se agazapan en su diócesis, acaparados por su administración, el ha escogido delegar y expresarse en los medios de masas. Para los periodistas, esta época ha sido pan bendito. Un papa que cuida la comunicación y un obispo que "la abre". Muchos han creído que la Iglesia había dejado de ser la Gran Muda y algunos incluso habían soñado la democratización de la venerable Institución. Pero nos han repetido también que la Iglesia tenía "un funcionamiento propio", que Jacques Gaillot había faltado a su misión, etc. Y, argumento final,que no le correspondía reivindicar Partenia como "diócesis sin fronteras ", al servicio de los "sin". En dos palabras, ¡nosotros estábamos completamente errados! Peor aún, nosotros le perjudicamos, no diciéndole que debía renunciar a sus manifestaciones de palabra y de obra. Nosotros, sus miles de amigos, éramos casi un obstáculo suplementario para la reconciliación.

   

 

     
   

Partenia sin fronteras

Expulsado Gaillot, habría podido tener la "decencia" de callarse. La injusticia sienta autoridad, piensan ciertos oponentes suyos. Él habría podido obedecer y aceptar ser capellán de una prisión o de un hospital. Roma -¡una vez más! Ya está bien- había olvidado que el agitador no estaba sólo. Partenia no sería una condecoración, un adorno, sino una verdadera diócesis.

La originalidad de Partenia está ahí. De castigo, Partenia se convirtió en Espacio de Libertad. Jacques Gaillot acepta una diócesis sin fronteras y sin catedral y, al mismo tiempo, unos cristianos, más o menos próximos a la Institución, y unos no cristianos que lo reconocen como obispo. El tiempo de los dictados romanos ha pasado.

Evreux se aleja, llega Internet. Millares de intercambios. Unas preguntas y propuestas de respuesta. Se esboza un catecismo electrónico, hecho de originales reflexiones ancladas en el siglo en movimiento. Jacques Gaillot ha escrito un cuaderno de bitácora, fruto de sus encuentros en el mundo entero, desde Chiapas hasta una línea del metro de París.

Otra etapa, "Partenia 2000", creada para "luchar contra toda forma de exclusión, y para promover la comunicación y la libertad de palabra en la Iglesia y en la sociedad" se instala en la "Maison des Ensembles", el más antiguo y mayor "squatt" de Paris. Esta presencia es una verdadera diferencia con los otros obispos que están autoconvencidos, con más o menos buena fe, de estar al servicio de los excluídos. Partenia no está al lado, por encima, a la derecha o a la izquierda de los excluidos, "los heridos de la vida" para retomar un término demasiado desresponsabilizante, sino en medio de ellos. En agosto del 99, cuando 350 sin-papeles ocupan la MDE, Partenia permanece y los apoya. ¡Porque no escoge a los que ayuda! Partenia abre su puerta a los que llaman. Partenia tiene como ideal luchar contra la exclusión sin proselitismo! El Evangelio no es un chaleco anti-balas o un muletón de discurso calmante, sino un riesgo a tomar.

Algunos obispos - entre otros, Louis-Marie Billé, Jacques Noyer, Georges Gilson, Gaston Poulain, Jacques David - han aceptado recibirnos, escucharnos. No como a unos parias o como unas ovejas descarriadas, sino como a mujeres y hombres sinceros y de buena voluntad. No nos hemos cansado de decirles: "Acoged a Jacques Gaillot como un obispo diferente, juntos busquemos nuevos gestos". En los primeros meses del año, una cena ha reunido a los obispos y Jacques Gaillot. El proyecto del intercambio de cartas ha salido adelante. Hoy la Iglesia francesa se atreve a retomar el asunto. Al Vaticano le toca ahora escuchar al pueblo de Partenia y hacer un gesto. En mayo de 2000, el resultado son dos cartas. Dos grandes pasos.
Dos textos valientes. Portadores de futuro. Y de libertad.
    Olivier Robert (Vice-Presidente de la Asociación Partenia 2000). Este texto ha sido publicado en "La Lettre de Partenia" n°16.  
   

 

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