Catecismo electrónico de Abril 1998



Curación El Espíritu

Archivo

 

 

El equipo que trabaja en este catecismo os propone cada mes dos textos. Agradecemos vuestras sugerencias para mejorarlos.

Quisiéramos que este catecismo fuera una construcción común. No dudéis en someternos otros temas.

 


 

 









E-mail

CURACIÓN

 

Desde el punto de vista histórico, es cierto que Jesús a la diferencia de Juan Bautista, curó enfermos. El Nuevo Testamento halla en estas curaciones la prueba del poder divino que habita en Jesús. Una prueba indiscutible que se sitúa por encima de cualquier teoría religiosa.

Sin embargo, en el evangelio de Marcos (6,5) se dice que en Nazaret "Jesús no podía hacer ningún milagro, a excepción de unos pocos enfermos a quienes curó imponiéndoles las manos. Y se maravilló de su falta de fe.". En efecto, Jesús curaba con mayor fuerza conforme lograba hacer nacer la confianza en los que le escuchaban.

Si, como en la primera carta de San Juan (4,8) a Dios le llamamos "Amor", de verdad podemos decir que Jesús era capaz, con el poder de un Dios así, de dominar los estados enfermizos del miedo. Miedos psíquicos y psicosomáticos.

El discurso de Jesús sobre Dios no variaba nunca. Lo que él quería era que todos los sentimientos de angustia -soledad, desesperación-, que pueden llegar incluso hasta la autodestrucción, se transformasen en una aceptación de sí, una forma de madurez, de serenidad, inaugurando una nueva relación consigo mismo y con los demás.

Al liberarse de las cadenas de una religión petrificada que de por sí producía miedo, Jesús se ganó reproches. Le acusaron de rebelarse contra Dios, dijeron que sus curaciones eran una especie de magia negra, que estaba bajo la influencia del príncipe de los demonios (Mc 3,22). Pero para Jesús, la curación de los enfermos del alma significaba que Dios empezaba a vivir en el corazón de los hombres. Par él, la confianza en Dios y la liberación del hombre respecto a sus miedos no podían disociarse.

Jesús confió este ministerio de curación a sus apóstoles enviándolos a Galilea: "Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes." (Lc 9,6)

Así fue como Jesús manifestó la importancia que tenía el cuidado del alma para él, un auténtico cuidado terapéutico, buscando comprender lo que falta para el desarrollo de los seres humanos, en lugar de condenarlos con juicios morales sobre sus fallos y sus debilidades.

 

 

 

 

 









E-mail

El Espíritu

 

Es soplo de vida, torrente desbordado, viento violento, agua viva, fuego que devora.
A su paso todo queda patas arriba, provoca germinación, parto, novedad. Es un espíritu creador.
 
No habla, actúa. No sólo en nosotros, sino en la vida del mundo. Es inaprensible, invisible. "Oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va" (Jn 3,8).
El Espíritu que nos hace vivir no es rehén de ninguna frontera, ninguna tierra le está prohibida. Se nos adelanta en todas partes y siempre nos sorprende.
?Podemos descubrir el rastro de su paso y percibir sus efectos? Su acción no es perceptible para nuestros sentidos, pero los signos de su presencia pueden ser discernidos en la fe.
 
Enciende fuego ardiente en el corazón y lleva el Evangelio por los caminos de la Historia.
Visita el alma profunda y llena el universo.
Actúa en cada uno de nosotros y también en el corazón del mundo a la manera de un fermento para lograr el advenimiento de la justicia y la paz.
Por su venida en nosotros podemos renacer para hacernos solidarios de todos los que la sociedad desprecia.
 
Da el celo del amor, la valentía de la verdad.
?Cómo no desear este don de Dios?
 
"El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo." (Rom 5,5)
"donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad" (2 Co 3,17).
"El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí." (Gal 5, 22).

El Espíritu Santo no se compra, se recibe humildemente. Habitaba con fuerza en Jesús que nos lo comunica.

Cuando los cristianos se reúnen para la amistad y la oración, se disponen para recibir al Espíritu que da vida.

 

 

 

 









E-mail

Archivo: