Catecismo electrónico de Febrero 1998



Una manantial escondido murmura en nuestro intererio. Si eso te hace feliz, !Adelante! !Hazlo!

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Hace seis meses, iniciábamos este "catecismo electrónico". Os presentábamos nuestros textos como provisorios, con el propósito de mejorarlos con vosotros, por medio de vuestras reacciones.

Muchos dicen haber apreciado nuestro trabajo. Pero pocos (demasiados pocos) han enviado comentarios de fondo.

Afortunadamente dos páginas no han dejado de suscitar reservas. Reunidos en sesión, nuestro equipo de trabajo ha analizado vuestro correo, profundizando el proyecto y reelaborando estos dos textos. Os los enviamos hoy. Gracias por hacernos llegar vuestras críticas y vuestras sugerencias. Son esenciales para que este "catecismo" sea cosa de todos nosotros. No dudéis en sugerirnos temas.


Jacques Gaillot




 


 

 

 

Un manantial escondido murmura en nuestro interior.










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?Quién nunca se ha sentido sobrecogido por la visión de la gente en oración? !Qué paz en sus rostros! !Qué extraña belleza irradian sus cuerpos! Una fuerza exterior les embarga y les da recogimiento. En el mundo entero, la gente -creyente o no- "hace oración". Oran en la alegría o el dolor, en la cárcel o en el coche; en soledad o en medio de la multitud. Oración a menudo difícil, hecha de súplica o de rebeldía, y también de agradecimiento.

Siempre murmura en nosotros una fuente que expresa el deseo del corazón.

Un día, los discípulos encuentran a Jesús haciendo oración, apartado de la multitud (Lucas, 11,1).

Presienten la importancia de ese momento de interioridad para Jesús. Está en relación con su Padre. Es su respiración, el secreto de su vida. Movido por el Espíritu, Jesús es todo acogida del amor del Padre. Ora del mismo modo en que ama. Es su forma de ser. Cuando Jesús terminó de orar, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar".

La oración nunca está a nuestro alcance. Siempre se recibe como una gracia. Siempre seremos aprendices de la oración. Nuestra plegaria no es más que una mera respuesta. Dios es quien interviene primero. Nos toma la delantera.

El Espíritu Santo socorre nuestra debilidad. En nosotros existe un camino en el que podemos adentrarnos ya ahora para escuchar al Espíritu Santo que habla en el fondo de nuestro corazón. En el fondo de nuestro ser tenemos una presencia de Dios de tan alta calidad que no se puede hallar en ningún otro sitio. Un manantial escondido murmura en cada uno de nosotros. En un mundo que valora lo útil y lo eficaz, la oración restaura la gratuidad. Está por descubrir una puerta estrecha en el fondo de nuestra alma para escuchar el grito que el Espíritu Santo hace brotar en nosotros.

Cada cual tiene un camino propio. La oración tiene un estilo personal como pueden serlo el timbre de la voz o el rostro, también el cuerpo está implicado. Evoluciona con la edad, los acontecimientos, las responsabilidades. La oración nos vuelve solidarios. Nos conduce a lo esencial. Ensancha el corazón. Orar siempre será dar tiempo a Dios. No tiempos muertos sino tiempo útil.

"Señor, enséñanos a orar"

Jesús nos dejó su oración que la Iglesia nos transmite:

"Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu nombre,

venga a nosotros tu Reino,

hágase tu voluntad

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en la tentación

y líbranos del mal"

 

Escribid a Partenia: jgaillot@partenia.org

 

 

 

 

Si eso te hace feliz, !Adelante! !Hazlo!










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En lo más profundo de cada ser arde una única vocación para la felicidad, en lo más profundo de ti.

Conversaciones, encuentros, nuestra mirada ante la marcha del mundo, nuestra educación, nuestra reflexión o nuestra oración contribuyen a forjar una obra única, un santuario íntimo: nuestra conciencia.

Cuando te sientes atraído por lo bello, el bien, lo verdadero, lo justo, es que tu conciencia te está "hablando". No siempre resulta fácil escucharla, menos aún seguirla.

Espero de los demás, tanto como de mí mismo, que nuestros actos se correspondan con lo que pensamos y decimos. La hipocresía nos hiere profundamente. Irritaba a Jesús que denunció reiteradamente la duplicidad de personajes de su tiempo: "Que aquél que nunco pecó tire la primera piedra" (Evangelio de Juan, cap. 7, versículo 7). Ser auténtico, digno de confianza, respetar la palabra dada, eso es lo que todos quisiéramos llegar a vivir para ser felices.

!Hazlo!

"!No es fácil!" Ahí están las modas, lo que dirán, el miedo al fracaso, o el temor de lo desconocido, la mirada ajena... Están nuestros deseos, no siempre claros del todo, nuestras perezas, la tentación de lo fácil y de lo inmediato, de lo que se ve y de lo que se dice, lo que "queda bien". Lo más sencillo sería actuar como "todo el mundo", convertirse en el más...el más rico, el más poderoso, el más conocido, el más reconocido...

Y, sin embargo, en el corazón de tu vida, en el corazón de tus sueños, te sientes a veces atraído por caminos difíciles, decisiones, compromisos, solidaridades imposibles...No las abandones con tanta prisa, no te comas las alas, puede que un día ya no puedas emprender el vuelo.

Tu vida va a ponerte ante muchas elecciones, sólo a ti corresponde, en conciencia, tomar esas decisiones, algunas veces a contra corriente, y no siempre es fácil, pero...

Si eso te hace feliz !adelante! !Hazlo!

 

Escribid a Partenia: jgaillot@partenia.org

 

 

 

 

 









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