Catecismo electrónico de Julio 1997



Obediencia / Desobediencia La Revelacion

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Obediencia / Desobediencia










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!Obedezca! La consigna de cualquier autoridad, paterna, civil o religiosa. Las respuestas oscilan entre la sumisión infantil y el rechazo anárquico. Pasan normalmente por la escucha y el diálogo.

"Más vale obedecer a Dios que a los hombres", replicaban los primeros apóstoles a las autoridades que pretendían prohibir una predicación que perturbaba el orden. Verdad es que el propio Jesús había transgredido deliberadamente normas y tabúes. "El sábado (o la institución) es para el hombre, y no el hombre para el sábado". Establecía así la única norma auténtica de obediencia: aquella que permite que la verdad de Dios y la verdad del hombre se vinculen mutuamente

El cristianismo instituido no escapa a la tendencia de toda institución: glorifica la obediencia y desconfía de la desobediencia. Pero si quiere mantenerse vivo debe aceptar la desobediencia y el derecho a la transgresión

El orden establecido organiza la convivencia, pero no puede imponer cauces a la vida. La vida en sociedad siempre rebasa los marcos previstos. Los acontecimientos trastocan los puntos de

referencia habituales.

Los parados y los marginados que se quedan a la orilla del camino ponen de manifiesto que existe un desorden establecido. Por tanto, las personas y grupos que tienen valor para protestar, para desobedecer apelando a valores superiores, olvidados o todavía desconocidos, abren proféticamente las puertas del futuro.

Así ocurrió con la llamada a la insumisión destinada a jóvenes franceses para que no participaran a la guerra de Argelia; o la llamada a la desobediencia dirigida a los ciudadanos franceses para que sigan acogiendo en su casa a extranjeros en situación ilegal.

La transgresión exige tener el sentido de las responsabilidades, y también una gran humildad. Si es auténtica, esta desobediencia es obediencia a la llamada de Dios.

 

 

 

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La Revelaón










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"!Esto fue para mí una revelación!" ?Quién de nosotros no ha pensado nunca esto? Tras un acontecimiento: encuentro, experiencia, lectura, se percibe de pronto bajo una nueva luz una persona, la vida, el mundo. Aquello nos cambió. El crecimiento del ser humano, individuo o colectividad, se encuentra jalonado por descubrimientos de esta índole.

En la historia de la humanidad ha habido múltiples religiones "reveladas": En unas circunstancias dadas, hombres o mujeres han percibido una nueva forma de comprenderse en el mundo ante un Absoluto. Espontáneamente, vieron en esta revelación un don gratuito: !es Dios quien se revela! Le han transmitido esta convicción a su familia, a su entorno, a veces la han proclamado públicamente intentando decir con palabras lo que siempre es una experiencia íntima e inexpresable.

El Cristianismo afirma la revelación de Dios en Jesucristo: "Después de haber hablado en numerosas ocasiones y bajo múltiples formas por los profetas, Dios nos ha hablado por el Hijo", dice la Epístola a los Hebreos. La experiencia de Jesús fue tan plena y única que se puede afirmar: "no hay nada más que decir" de ahí la necesidad urgente de transmitirla.

Esto no significa que esta revelación esté "cerrada", muy al contrario: sigue desplegándose a través de nuestra experiencia. No está encerrada en los libros. Se enriquece con todos los descubrimientos espirituales de la humanidad. El propio Jesús declara que el Espíritu nos conducirá hacia la verdad plena.

No sólo lo que ha sido transmitido se vuelve nuevo en la vida de cada persona, sino que cada uno puede enriquecer la revelación dada con su descubrimiento particular, tan único como su propia vida. En este sentido se puede decir que todos estamos llamados a ser "profetas". Cuidado, sin embargo, con los falsos profetas que confunden sus sueños con "revelaciones".

Pero el miedo a inventar puede conducir al peligro opuesto: entonces se considera la revelación como un bloque definitivo, destinado a ser admitido pasivamente, desde fuera. Desembocamos en la negación misma de lo que significa la palabra. Porque "El Reino de Dios es semejante a un tesoro del que se saca lo antiguo y lo nuevo".

 

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