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- El equipo que trabaja en este catecismo os propone cada mes
dos textos. Agradecemos vuestras sugerencias para mejorarlos.
- Quisiéramos que este catecismo fuera una construcción
común. No dudéis en someternos otros temas.
El ecumenismo
El ecumenismo es la búsqueda de la unidad entre los
cristianos. Este movimiento nació de la toma de conciencia
del escándalo que representaban las Iglesias separadas,
encomendándose todas al mismo Cristo. Hubo encuentros
en que se lanzaron anatemas, se han fundado instituciones como
el Consejo Ecuménico de las Iglesias o la Semana de oración
par la unidad, existen grupos de expertos que trabajan para reducir
las dificultades doctrinales. Se han logrado progresos auténticos,
tales como la traducción de la Biblia o el Padrenuestro
común. Y sin embargo, el proceso avanza con suma lentitud,
choca con numerosas dificultades e incluso con regresiones reales.
Si bien es cierto que los pasos de acercamiento sólo se
han iniciado hace a penas 100 años y no pueden borrar
siglos de divisiones. Los cristianos de la base, poco entendidos
en razones históricas y doctrinales de las separaciones
no distinguen bien las diferencias entre las Iglesias y viven
un ecumenismo de hecho.
Esta lentitud y estas regresiones tienen que ver, en parte, con
una forma de concebir la verdad. Cada Iglesia, evidentemente,
cree poseer la verdad y tener razones legítimas para pensar
como piensa y actuar como le parece bien. El hecho de recurrir
a legitimaciones que proceden supuestamente del propio Dios,
de su revelación y de su voluntad complica cualquier cuestionamiento.
Paulatinamente, se ha dejado de hacer proselitismo y de querer
reunir todas la Iglesias en el seno de la Iglesia católica.
Se camina más hacia la idea de que cada Iglesia posee
una verdad que ayuda a profundizar en la Verdad. No hay modo
alguno de avanzar de cara a un acercamiento si la verdad se concibe
como un dato preexistente, como una propiedad. ¿La verdad
se posee o está más bien por hacer? ¿No
es, acaso, en el diálogo y en la comunicación,
abriéndose al otro para poder comprenderse mutuamente,
como puede nacer una verdad común? Si entramos en diálogo,
incluso en debate, aceptamos el riesgo de acabar pensando distinto
que antes. Pero esta visión está marcada por cierto
relativismo de la verdad, lo que disgusta a las Iglesia seguras
de poseer la verdad plena, entera y definitiva y que reclaman
un previo consentimiento con respecto a los demás. Sin
embargo, una visión de la verdad como absoluta parece
más peligrosa que la verdad relativa a las épocas,
las historias, las visiones del mundo... En nombre de lo absoluto
entramos en cruzada, incapaces de comprender la verdad del otro.
Por lo contrario, la verdad, para un cristiano, no está
hecha, de fórmulas dogmáticas, es una persona,
la de Cristo que viene de Dios. Y bien ¿Quién puede
abarcar a toda a una persona, quién puede conocer todo
el misterio y apoderarse de ella, especialmente si se trata de
Cristo? ¿No deberíamos permanecer humildes ante
esta realidad? La verdad es un camino de vida y no un almacén
de verdades que creer. Sólo si nos convencemos de nuestra
incapacidad para decir y pensar a Dios, pero animados por el
deseo y la necesidad vitales de acercarnos a él, podremos,
incluso más lejos que nos pueda llevar el ecumenismo entre
cristianos, abrirnos a un diálogo aun más amplio. |