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- Juzgar por uno mismo
- "¿Por qué
no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo?"
- (Lc 12,57)
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- Estas palabras de Jesús se dirigen "a la multitud",
a cualquiera. Jesús las pronuncia tras haber interpelado
vivamente a los fariseos y los escribas, que eran considerados
comos los maestros del pensamiento y las autoridades competentes
para pronunciarse sobre lo que era justo o injusto.
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A lo largo de los años, probablemente con el fin loable
de valorizar la Ley de Moisés, habían multiplicado
las observancias y prohibiciones, sin interrogarse sobre los
efectos perversos de sus prescripciones: los elementos esenciales
de los "diez mandamientos" se encontraban anegados
en un océano de detalles pesados y, sobre todo, los creyentes
sometidos a una obediencia ciega abandonaron todo sentido crítico
y el deseo de distinguir entre lo importante y lo secundario
en la vida. |
Jesús quiere provocar un despertar de la conciencia; su
"por qué" resuena como un grito de asombro,
en el que se adivinan acentos de incomprensión, de irritación,
incluso de desánimo o de reproche: "Pero, ¿por
qué no juzgáis por vosotros mismos?" Para
él, la cosa es evidente, y los ejemplos que da son bastante
clarificadores, sobre todo a propósito del sábado.
"que está hecho para el hombre, y no el hombre para
el sábado." En ese día, lo importante no es
calcular el número de pasos que uno está autorizado
a dar, sino más bien "hacer el bien, salvar una
vida" y romper las cadenas que lo tienen a uno encerrado
en su enfermedad o su desesperación (Lc 6,9).
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- A su auditorio, Jesús le dice principalmente dos
cosas:
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Le corresponde a cada uno de vosotros valorar lo que es
justo pensar y hacer. No es un sacrilegio interrogaros sobre
la legitimidad del fundamento de las prácticas que se
os imponen y el valor de los argumentos que se os dan para convenceros
de ello.
Tenéis el poder de hacerlo, en todos los sentidos de
la palabra: por una parte, tenéis la posibilidad de juzgar,
la capacidad intelectual y la lucidez suficiente para apreciar
lo que es válido y lo que no. |
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Por otra parte, tenéis una autoridad real para hacerlo,
estáis habilitados como personas humanas y como miembros
del pueblo de Dios, tanto como los maestros que os gobiernan
y quieren iluminaros. En definitiva, es vuestra conciencia la
que tiene la autoridad para pensar y actuar. |
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El mensaje de Jesús va incluso más lejos: No
se trata solamente de un poder, sino de una exigencia. El creyente
adulto debe osar decir: "A la luz de lo que sé humanamente
y de lo que el Evangelio me dice hoy, yo pienso esto
y
he aquí mis razones". Estas razones pueden coincidir
con el pensamiento de las instancias religiosas; pero pueden
también divergir, sin que sea escandaloso ni herético. |
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- En el camino ancho de la libertad, Jesús tranquiliza
a las multitudes afirmando que "juzgar por sí mismo"
no es una dificultad invencible; no es más complicado
que prever el tiempo que va a hacer mañana: "Cuando
veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís:
'Va a llover', y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís:
'Viene el bochorno', y así sucede. Comprendéis
el aspecto de la tierra y el cielo; entonces, ¿cómo
no comprendéis este tiempo? ¿Por qué no
juzgáis por vosotros mismos lo que es justo?"
(Lc 12,54-57): lo que es justo en materia de relaciones con Dios
y con nuestro prójimo, es lo que es justo en la manera
de amarlos al Uno y al otro y en la manera de acoger a Cristo.
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Juzgar por sí mismo no significa juzgar todo el tiempo
solos, sin nunca dejarse iluminar por personas competentes. Existen,
por ejemplo, cuestiones de ética en las que no es fácil
hacerse una idea sobre lo que es válido; un juicio personal
apoyado sobre el consejo de sabios o gentes simples tendrá
más fuerza. Pero en última instancia, es cada uno
y cada una quien debe asumir su propia elección. |
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