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agosto de 2006

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Juzgar por uno mismo
   

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Juzgar por uno mismo
"¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo?"
(Lc 12,57)
 
Estas palabras de Jesús se dirigen "a la multitud", a cualquiera. Jesús las pronuncia tras haber interpelado vivamente a los fariseos y los escribas, que eran considerados comos los maestros del pensamiento y las autoridades competentes para pronunciarse sobre lo que era justo o injusto.
 
obéissance aveugle A lo largo de los años, probablemente con el fin loable de valorizar la Ley de Moisés, habían multiplicado las observancias y prohibiciones, sin interrogarse sobre los efectos perversos de sus prescripciones: los elementos esenciales de los "diez mandamientos" se encontraban anegados en un océano de detalles pesados y, sobre todo, los creyentes sometidos a una obediencia ciega abandonaron todo sentido crítico y el deseo de distinguir entre lo importante y lo secundario en la vida. 

Jesús quiere provocar un despertar de la conciencia; su "por qué" resuena como un grito de asombro, en el que se adivinan acentos de incomprensión, de irritación, incluso de desánimo o de reproche: "Pero, ¿por qué no juzgáis por vosotros mismos?" Para él, la cosa es evidente, y los ejemplos que da son bastante clarificadores, sobre todo a propósito del sábado. "que está hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado." En ese día, lo importante no es calcular el número de pasos que uno está autorizado a dar, sino más bien "hacer el bien, salvar una vida" y romper las cadenas que lo tienen a uno encerrado en su enfermedad o su desesperación (Lc 6,9).
 
A su auditorio, Jesús le dice principalmente dos cosas:
-

Le corresponde a cada uno de vosotros valorar lo que es justo pensar y hacer. No es un sacrilegio interrogaros sobre la legitimidad del fundamento de las prácticas que se os imponen y el valor de los argumentos que se os dan para convenceros de ello.

Tenéis el poder de hacerlo, en todos los sentidos de la palabra: por una parte, tenéis la posibilidad de juzgar, la capacidad intelectual y la lucidez suficiente para apreciar lo que es válido y lo que no. 

conscience personelle

Por otra parte, tenéis una autoridad real para hacerlo, estáis habilitados como personas humanas y como miembros del pueblo de Dios, tanto como los maestros que os gobiernan y quieren iluminaros. En definitiva, es vuestra conciencia la que tiene la autoridad para pensar y actuar. 

 
- El mensaje de Jesús va incluso más lejos: No se trata solamente de un poder, sino de una exigencia. El creyente adulto debe osar decir: "A la luz de lo que sé humanamente y de lo que el Evangelio me dice hoy, yo pienso esto… y he aquí mis razones". Estas razones pueden coincidir con el pensamiento de las instancias religiosas; pero pueden también divergir, sin que sea escandaloso ni herético. 
 
En el camino ancho de la libertad, Jesús tranquiliza a las multitudes afirmando que "juzgar por sí mismo" no es una dificultad invencible; no es más complicado que prever el tiempo que va a hacer mañana: "Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: 'Va a llover', y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís: 'Viene el bochorno', y así sucede. Comprendéis el aspecto de la tierra y el cielo; entonces, ¿cómo no comprendéis este tiempo? ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo?" (Lc 12,54-57): lo que es justo en materia de relaciones con Dios y con nuestro prójimo, es lo que es justo en la manera de amarlos al Uno y al otro y en la manera de acoger a Cristo.

propre choix Juzgar por sí mismo no significa juzgar todo el tiempo solos, sin nunca dejarse iluminar por personas competentes. Existen, por ejemplo, cuestiones de ética en las que no es fácil hacerse una idea sobre lo que es válido; un juicio personal apoyado sobre el consejo de sabios o gentes simples tendrá más fuerza. Pero en última instancia, es cada uno y cada una quien debe asumir su propia elección.