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julio de 2005 

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Adorar en espíritu y verdad
   

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Adorar en espíritu y verdad

La mujer (una samaritana) le dijo a Jesús : " Señor, veo que eres un profeta…Nuestros padres adoraron en esta montaña y vosotros (los judíos) decís que es en Jerusalén donde hay que adorar ". Jesús le dijo : " Créeme mujer, que llega la hora en que, ni en este monte ni en Jerusalén adorareis al Padre […] Llega la hora -ya estamos en ella- en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque así quiere el Padre que sean los que lo adoren . Dios es espíritu, y los que lo adoran, deben adorar en espíritu y verdad " (Juan 4,19-25).
 
puits de Jacob En la conversación de Jesús con la samaritana cerca del pozo de Jacob, teológicamente muy rica, las frases destacadas en la cita anterior, vale la pena que nos detengamos un poco. 
 
Esta mujer ve en Jesús una persona excepcional y un profeta, y aprovecha para plantear las cuestiones que le preocupan : " ¿Dónde debemos adorar a Dios ? " Como todos nosotros, ella está a la búsqueda de unos puntos de referencia y no quiere equivocarse. ¿Dónde está Dios? ¿Dónde lo podemos encontrar para adorarlo? ¿En Jerusalén o en el monte Garizim ? Jesús desplaza completamente la pregunta. Pone de espaldas los puntos de referencia judíos y samaritanos; no se puede atar a Dios a un lugar, él es de otra naturaleza, de una naturaleza espiritual.
 
sur le visage du prochain A lo largo de sus enseñanzas, Jesús nos dice donde está Dios. En el rostro del prójimo es donde lo debemos ver. 
 
Es allí donde lo podemos adorar en espíritu y verdad, de manera auténtica. Dios no se encuentra en un lugar, pero toma la figura de aquél o aquélla que necesita de mí, que pone en mí su esperanza. Estas nuevas referencias nos liberan de un vínculo demasiado estrecho entre un espacio y Dios, que congelaría a éste en una forma abstracta , intemporal, inmutable ; por tanto, esta referencia no es fácil de discernir e interpretar.

Se atribuyen hoy a una falta de punto de referencia muchos males que afectan a la sociedad, comenzando por la juventud : violencia, droga, suicidio… ¿Pero de qué referencias se trata ? Las imposiciones que vienen de fuera, unidas a una sanción, ya no se siguen. El miedo al policía o la culpabilización no pueden funcionar más que durante un tiempo.
 
Las normas que se imponían por ellas mismas como naturales, son puestas en tela de juicio; no respetan suficientemente la evolución cultural de las sociedades y de los individuos y la pluralidad de los comportamientos ¿Cómo tomar una opción acertada ? 

pluralité 

 
Uno se siente tentado a ir a buscar sus puntos de referencia en el pasado, donde las figuras de Dios o de la autoridad parecen mejor establecidas. Pero no se puede trasponer a hoy lo que funcionó ayer. De una sociedad estable y simple, hemos pasado a un mundo móvil y complejo. Esto es desestabilizante, pero al mismo tiempo, ¡qué apertura! El camino no está marcado, sino que se ha hecho posible una opción auténtica, " en verdad ". La referencia suprema es ahora : "Amaos los unos a los otros, como yo os he amado". Es la transposición evangélica de la prohibición : " No matarás ", que estructura toda sociedad. ¿Por ello está todo claro? El bien del otro no siempre es fácil de discernir. Las discusiones éticas (eutanasia, aborto, clonación, inmigración, economía, preservación del planeta...) muestran que la elección es difícil. El bien y el mal, lo humano y lo inhumano no se distinguen de manera simplista. Están muy entreverados, quizás de forma inextricable. Los puntos de referencia para escoger en los problemas complejos donde intervienen diversos factores, no están dados de una vez por todas y legitimados por una autoridad superior; deben plantearse en cada caso de manera provisional. Es su pertinencia un campo de aplicación, en una época y una cultura dada lo que fundamenta su validez. ¿Nos permiten avanzar? ¿Nos abren al futuro? ¿Nos hacen felices?

monde postmoderne La inestabilidad, la precariedad, la flexibilidad y el cuestionamiento permanente forman parte de nuestro mundo postmoderno. Se trata de permanecer en equilibrio sobre este océano movedizo, de hundirse tal vez, pero no ser engullidos. 
 
La fe comienza allí donde ya no hay referencias, donde ya no hay camino, pide avanzar aún, saltar cerrando los ojos sin saber si habrá tierra firme para pisar y, probablemente, no la habrá. Tal vez, fugazmente, habremos experimentado que, incluso sin tierra firme bajo nuestros pies, no caíamos. Es la luz en la mirada del otro, el reflejo de la luz de Dios, lo que nos guiará seguros.