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Junio de 2004 

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¿Dónde están los profetas?
   

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5º domingo del tiempo ordinario Lucas 4,21-30:
¿Dónde están los profetas?

où sont les prophètes? "Amen, os lo digo, ningún profeta es bien recibido en su país" Jesús pronuncia estas palabras en su pueblo de Nazaret, después de una aparición que no pasó desapercibida en la sinagoga. 

Es preocupante y sorprendente ver que el joven profeta de Nazaret no fue acogido por los suyos. Como tantos otros antes que él, Jesús experimenta el rechazo.

Más tarde, al llegar delante de Jerusalén con sus discípulos, le embargará la emoción: "Jerusalén, tú que matas a los profetas... " No dice: "¡Tú que matas a los sacerdotes!" Los sacerdotes no están en primera línea. Velan por el funcionamiento correcto de la institución religiosa. De ahí las tensiones, incluso las incomprensiones entre los profetas y los sacerdotes.

on les tue Los profetas se exponen. No predican la resignación sino la liberación. Los matan porque surgen trayendo la novedad. Una novedad que asusta y molesta. 

Ellos no legislan, no organizan, no definen. Abren un futuro, despiertan las libertades, provocan la rebelión de las conciencias. Son audaces afirmando que los más desheredados son los preferidos por Dios, llamados desde ahora a ser responsables de su futuro.

Para ellos, Dios no puede ser circunscrito a un lugar, por más sagrado que fuese, o a un pueblo, aún siendo elegido. Dios actúa en todas partes y es para todos.

De modo natural, los profetas son mal vistos por los que ocupan los puestos del poder en funciones, que su institución convirtió en sospechosos y marginales. Molestan a la gente que se siente incomodada en su manera de vivir, de creer y de practicar la religión.

Hoy se están a reclamar profetas. No cabe duda de que el Espíritu está suscitándolos entre nosotros.

Siempre hay mujeres y hombres habitados por un soplo de libertad y portadores de una palabra nueva, pero la institución se apura para hacerles callar y apartarlos de cualquier responsabilidad.

Reuniéndose con las multitudes en los atrios, para muchos se convierten en horizontes. Dan esperanzas de que otro mundo es ya imprescindible y que otra Iglesia es todavía posible. 

la foule des parvis

El profeta de Nazaret no propuso un camino balizado. No ha codificado nada. ¡Afortunadamente! De otro modo, hoy ya no se hablaría de él. Pero despertó libertades y encendió un fuego ¡Qué prodigioso fermento es aún hoy para la humanidad!