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Abril de 2003 

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Ramos o el triunfo de la borriquita
   

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Ramos o el triunfo de la borriquita

Los evangelistas nos cuentan que al principio de aquella semana trágica que Jesús iba a vivir antes de su muerte y que llamamos "semana santa", él necesitó de una borriquita. "Si os pregunta para qué desatáis a esta borriquita, responderéis que el Señor la necesita" dijo a sus discípulos.

Rameaux ¿Por qué una borriquita para este simulacro de triunfo que llamamos "Ramos", por las palmas y ramas que los partidarios de Jesús agitaban? Porque la borriquita es la antítesis del caballo. 

En la tradición bíblica, el caballo representa la fuerza, el poder, la confianza del hombre en sí mismo. El hombre a caballo no necesita de Dios. El hombre a caballo guerrea, aplasta a sus enemigos, demuestra su poderío. El caballo lleva está enjaezado para los reyes, los poderosos. Es el arma y el símbolo de la violencia guerrera, de la orgullosa firmeza del hombre, del poder conquistador.

Opuesto al caballo, el asno. El asno se destina a tareas pacíficas. Lo vemos en los trabajos del campo. Vive con poca cosa, como los pobres y campesinos a los que ayuda a vivir. El asno es el camello del pobre, el amigo y el servidor de los menesterosos. ¿En qué sorprende que Jesús, el amigo de los pobres y de los despreciados, el servidor de servidores haga su entrada triunfal en Jerusalén a lomos de asno? Una vez más, en el Evangelio, vemos a Jesús en el papel de servidor y maestro a la vez, lavándoles los pies a los discípulos llamándose su Señor y maestro y protagonizando aquí una entrada triunfal, ahora bien, montado en una borriquita. ¿Qué clase de maestro, y qué Señor quiere ser?

vie éternelle Él es "quien tiene las palabras de vida eterna" como lo reconoce Pedro, es quien da sentido a la vida, cuyas enseñanzas dan vida y hacen pensar. Es un maestro de sabiduría. Esa sabiduría nunca es asestada, sino siempre propuesta: "Si tú quieres...". Es esta mezcla de autoridad y de vulnerabilidad es lo que seduce a sus amigos y les ha permitido reconocer en Jesús a un ser humano como ellos pero habitado por un soplo que parecía venirle de otra parte.