Cuaderno de bitácora de Diciembre 1999 |
Echado la simiente | |||
Partenia en cifras | |||
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Las cosas de la vida Tomaba yo el tren una mañana y me imaginaba que iba a poder dormir un poco. Pero, he aquí que entraron unos jóvenes escolares invadiendo el vagón y dando voces por doquier, !tan felices por marcharse a pasar ocho días en una isla! !Qué aventura! En el andén, los padres tenían cara de preocupados: había aviso de temporal. Sus gestos de despedida encontraron poca respuesta en sus hijos que ya sólo atendían a sus juegos. Tuve que renunciar a dormir y pensé que sería posible trabajar, olvidando que los chavales me estaban vigilando y cuchicheaban sobre mí. Uno de ellos, para asegurarse, se dirigió a mí: "Usted es el que sale en la tele, ?verdad?". No se necesitó más para iniciar un diálogo. Uno de sus acompañantes profesores me invitó a ir a tomar
un café al bar y accedí gustoso. Pero los jóvenes,
como gorriones, nos rodearon. Me interpretaron su número preferido:
imitar a sus profesores y sobre todo a una profesora a la que odiaban. Les
pregunté: "?Sabe que la odiáis?"- "Claro que
lo sabe, ya que lo dice"- "?Y conseguís que sea más
amable?"- "imposible. Ella no puede cambiar". Después
de esta constatación, los chicos pasaron a otro tema: "?Puede
darnos un autógrafo?". Empezó entonces para mí
una sesión de firmas. El acompañante dijo la última
palabra: "Cuando volvamos de la excursión, le daremos noticias
nuestras en la página de Partenia". Echado la simiente En alguna parte, en la región de Stuttgart, unos jóvenes de 16 a 18 años llenaban una gran aula del instituto para un debate cara a cara conmigo. El silencio no era menos impresionante que su escucha. Los encontré altos. Echando un vistazo por el auditorio, enseguida me di cuenta de que tenían la mirada muy despierta. Muchas preguntas giraron en torno a la libertad, esa frágil flor que intentan coger y conservar. Quieren ser libres y quitar las barreras, todas las barreras que separan y encierran. Pero no quieren altavoces que les digan lo que deben hacer. Lo que sí les dice algo es la experiencia personal. Me sentí feliz de pasar una hora con ellos. La corriente pasó.
Lamenté abandonarlos. Sin duda no los volveré a ver. Seguirán
su camino. Pero se ha echado una simiente. Germinará y dará
tal vez fruto. Pero eso no es cosa mía. Lo importante es sembrar
y seguir su camino. Campesinos en dificultad Las asociaciones de defensa de los agricultores, así como la Confederación Campesina, me han invitado a dialogar con ellas en un pueblo del Morbihan. Las granjas desaparecen, calladamente, como las tejas del tejado de una casa abandonada. Y con ellas, el comercio y la artesanía siguen por el mismo camino. Los agricultores, tras una liquidación judicial, se quedan sin trabajo, sin cobertura social y, a menudo, sin futuro profesional, expuestos a veces al drama del alcoholismo, el divorcio o el suicidio. El cuadro es tétrico. Tal vez sea preciso tocar el fondo de la miseria para que surjan nuevas energías que hagan renacer la esperanza. Esto fue lo que ocurrió aquel día. Encontré en estas 400 personas allí presentes, un eco inesperado: rechazo de la fatalidad, organización de la solidaridad, toma de conciencia de la lucha contra la mundialización financiera... "Cuando luchamos juntos, podemos vencer". La esperanza vino a la cita. | |
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Partenia en cifras, año 1998
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