Cuaderno de bitácora de mayo de 2004

    Escritores sin fronteras  La fe a precio de duda 
    Heredar del otro Sermones de Cuaresma
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Escritores sin fronteras

Me pidieron que animara un debate en un cine parisino a partir de una película documental sobre Palestina.
Contestando a la llamada del poeta palestino Mamad Darwish, una delegación de escritores llegados desde ocho países y cuatro continentes se trasladó a Palestina.
Descubro con emoción esta hermosa película que relata el viaje de estos escritores sin fronteras en Ramala y en Gaza.

insoutenable Me conmueve la escena de los olivos. En el apacible silencio de un olivar, aparece un soldado israelí, con la sierra mecánica en la mano. Bajo la protección de dos militares armados, comienza a masacrar los olivos uno a uno. Lo hace sin dudar ni conturbarse, como si de algo normal se tratara. 

Sentado en un talud, un joven padre de familia llora. ¿Cómo podría contener el llanto viendo este espectáculo insoportable?: "Estos olivos son míos, eran todo lo que me quedaba".

Este olivar era su único recurso para mantener a su familia. Violentando los olivos se violentaba a este hombre. El grito estridente de la sierra le hería. Su olivar había de dejar el sitio libre para el "muro", ese muro de la vergüenza que encarcela al pueblo palestino. 

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La fe a precio de duda

La foi au prix du doute Un amigo de años vino a compartir conmigo el pan y la amistad. Su trabajo profesional le pone en contacto diariamente con una población precaria.
Lo conocí cuando era feliz por creer, comprometido en su parroquia con su familia. Hoy me cuenta sus dudas.
 

"La Iglesia como institución dejó de tener importancia para mi vida. Los ritos me parecen muertos. El lenguaje religioso ya no me dice nada. La vida verdadera está en otra parte. Ceso la práctica religiosa como muchos lo han hecho antes que yo y siguen haciéndolo. Acostumbrado como estoy a los grupos de palabra en mi trabajo, me siento como un extraño en unas celebraciones en que no hay ningún diálogo".
Como muchos, participa de ese movimiento profundo de la individualización de las creencias. Esa emancipación masiva de los individuos con respecto a las instituciones no deja de poner en tela de juicio el funcionamiento de las Iglesias.

La fe ya no goza de la seguridad de una institución. Ya no tiene templo en el que resguardarse. La fe es viaje. Los discípulos de Jesús están en camino. Son nuevamente nómadas. 

La foi est voyage

   

 

     
   

Heredar del otro

Jacques Gaillot et Albert Jacquard En el sexto piso de un edificio, me encuentro con Albert Jacquard en su estrecho despacho. Está la televisión para hacer una película sobre un amigo nuestro que ya no está: Leon Schwartzenberg. 

Teníamos por costumbre reunirnos los tres porque los tres çeramos presidentes de una asociación para los derechos de los extranjeros.
Al evocar los recuerdos de Leon delante de la cámara, Albert y yo teníamos la sensación de seguir siendo tres.
Sin ver el tiempo pasado, evocábmos las acciones arriesgadas que habíamos llevado a cabo con él.

Leon no tenía miedo a nada. Tomaba la palabra en momentos en que nadie se habría atrevido a tomarla. No soportaba la injusticia y tenía valor para transgredir y llamar a la desobediencia. Sin lugar a dudas, era el más subversivo de los tres. 

Léon Schwartzenberg

Nos hacíamos conscientes de todo lo que habíamos recibido de nuestro amigo común.
Somos el producto del vínculo, herederos del otro, el resultado de todos los encuentros que tenemos.

   

 

     
   

Sermones de Cuaresma

Jésus les laisse à leur liberté Para esta predicación tradicional, los protestantes me invitaron a Neuchâtel en Suiza, y los católicos en Würzburg en Baviera. Sus iglesias eran ciertamente hermosas. Pero a mí me aprecieron hermosas porque estaban llenas. 

Dirigirme a gente que no conozco es para mí un ejercicio difícil. Tanto más que no volveré a tener ocasión de verles. Me hago a la idea de hablar a un auditorio que no tendrá la oportunidad de hacerme preguntas. Es la ley del género para los sermones de Cuaresma.
Me gusta mirar los rostros y escucho con cuidado el silencio de la asamblea. Tengo la certitud de que las personas que están ante mí están llamadas a ser libres.
En el Evangelio, cuando Jesús cura, libera, pone en pie a los y las que vienen a verle, les despide a menudo con esta simple palabra: "Ve..." Les deja con su libertad. Y esas personas se vuelven hacia donde quieran ellas volver.
Jesús no los convierte, no los enrola, no les invita a venir a verle. Se contenta con decir: "ve..."

Yo también, siembro la palabra, dejando a las personas volverse a donde quieran ir ellas. 

sèmer la parole