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Escritores sin fronteras
- Me pidieron que animara un debate en un cine parisino
a partir de una película documental sobre Palestina.
Contestando a la llamada del poeta palestino Mamad Darwish, una
delegación de escritores llegados desde ocho países
y cuatro continentes se trasladó a Palestina.
Descubro con emoción esta hermosa película que
relata el viaje de estos escritores sin fronteras en Ramala y
en Gaza.
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Me conmueve la escena de los olivos. En el apacible silencio
de un olivar, aparece un soldado israelí, con la sierra
mecánica en la mano. Bajo la protección de dos
militares armados, comienza a masacrar los olivos uno a uno.
Lo hace sin dudar ni conturbarse, como si de algo normal se tratara. |
Sentado en un talud, un joven padre de familia llora. ¿Cómo
podría contener el llanto viendo este espectáculo
insoportable?: "Estos olivos son míos, eran todo
lo que me quedaba".
Este olivar era su único recurso para mantener a su
familia. Violentando los olivos se violentaba a este hombre.
El grito estridente de la sierra le hería. Su olivar había
de dejar el sitio libre para el "muro", ese muro de
la vergüenza que encarcela al pueblo palestino. |
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La fe a precio de duda
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Un amigo de años vino a compartir conmigo el pan y
la amistad. Su trabajo profesional le pone en contacto diariamente
con una población precaria.
Lo conocí cuando era feliz por creer, comprometido en
su parroquia con su familia. Hoy me cuenta sus dudas. |
"La Iglesia como institución dejó de
tener importancia para mi vida. Los ritos me parecen muertos.
El lenguaje religioso ya no me dice nada. La vida verdadera está
en otra parte. Ceso la práctica religiosa como muchos
lo han hecho antes que yo y siguen haciéndolo. Acostumbrado
como estoy a los grupos de palabra en mi trabajo, me siento como
un extraño en unas celebraciones en que no hay ningún
diálogo".
Como muchos, participa de ese movimiento profundo de la individualización
de las creencias. Esa emancipación masiva de los individuos
con respecto a las instituciones no deja de poner en tela de
juicio el funcionamiento de las Iglesias.
La fe ya no goza de la seguridad de una institución.
Ya no tiene templo en el que resguardarse. La fe es viaje. Los
discípulos de Jesús están en camino. Son
nuevamente nómadas. |
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Heredar del otro
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En el sexto piso de un edificio, me encuentro con Albert Jacquard
en su estrecho despacho. Está la televisión para
hacer una película sobre un amigo nuestro que ya no está:
Leon Schwartzenberg. |
Teníamos por costumbre reunirnos los tres porque
los tres çeramos presidentes de una asociación
para los derechos de los extranjeros.
Al evocar los recuerdos de Leon delante de la cámara,
Albert y yo teníamos la sensación de seguir siendo
tres.
Sin ver el tiempo pasado, evocábmos las acciones arriesgadas
que habíamos llevado a cabo con él.
Leon no tenía miedo a nada. Tomaba la palabra en momentos
en que nadie se habría atrevido a tomarla. No soportaba
la injusticia y tenía valor para transgredir y llamar
a la desobediencia. Sin lugar a dudas, era el más subversivo
de los tres. |
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Nos hacíamos conscientes de todo lo que habíamos
recibido de nuestro amigo común.
Somos el producto del vínculo, herederos del otro, el
resultado de todos los encuentros que tenemos. |
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Sermones de Cuaresma
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Para esta predicación tradicional, los protestantes
me invitaron a Neuchâtel en Suiza, y los católicos
en Würzburg en Baviera. Sus iglesias eran ciertamente hermosas.
Pero a mí me aprecieron hermosas porque estaban llenas. |
Dirigirme a gente que no conozco es para mí un ejercicio
difícil. Tanto más que no volveré a tener
ocasión de verles. Me hago a la idea de hablar a un auditorio
que no tendrá la oportunidad de hacerme preguntas. Es
la ley del género para los sermones de Cuaresma.
Me gusta mirar los rostros y escucho con cuidado el silencio
de la asamblea. Tengo la certitud de que las personas que están
ante mí están llamadas a ser libres.
En el Evangelio, cuando Jesús cura, libera, pone en pie
a los y las que vienen a verle, les despide a menudo con esta
simple palabra: "Ve..." Les deja con su libertad. Y
esas personas se vuelven hacia donde quieran ellas volver.
Jesús no los convierte, no los enrola, no les invita a
venir a verle. Se contenta con decir: "ve..."
Yo también, siembro la palabra, dejando a las personas
volverse a donde quieran ir ellas. |
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