Cuaderno de bitácora de Mayo de 2003

    La fiesta después de la lucha  Testimonio de un joven 
    Delante de la alcaldía de Montreuil
    Conferncia en Viena
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La fiesta después de la lucha

titre de séjour A Yusef, joven ciudadano tunecino, le han impuesto una prohibición territorial en Francia por sentencia del Tribunal de Primera Instancia de Créteil por haber infringido la ley de extranjería. Es víctima de la "doble condena". Muchos conocemos a Yusef y le queremos. Está casado y tiene un hijo de meses. 

Se organizó una movilización sin precedentes en torno al sindicato CGT. He recibido una carta personal del ministro de interior garantizándome que Yusef conseguirá un documento de residente en cuanto el Tribunal de Primera Instancia haya fallado.

La lucha dio sus frutos. Yusef ganó el pleito. La fiesta se celebró sin tardar. El sindicato CGT organizó una mesa de aperitivos. Allí nos juntamos todos con Yusef que irradiaba felicidad. También estaban su mujer y su niño. Declaró emocionado: "no pensaba tener tantos hermanos en París. Estoy aquí esta noche gracias a vosotros. Gracias de todo corazón".  la fête se fit sans tarder

     

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Testimonio de un joven

foi au Christ Antes de celebrar la misa de las 11h en la iglesia católica de Zurich, tuve la alegría de reunirme con el grupo de confirmandos y el encargado de pastoral permanente. Unos chicos de 16 y 17 años. Un confirmado de otro año está de paso en el grupo. Tiene 20 años. Se queda con nosotros.  Una ganga para mí. Le pregunto sin esperar: "¿Puedes decirnos lo que te ha aportado la confirmación?" El chico no se esperaba esta pregunta.

A todas luces molesto, comienza por confesar que en la celebración de su confirmación no ocurrió nada para él. Nada impactante. Luego añadió: "Antes, cuando formaba parte del grupo de confirmandos, opinaba igual que el responsable de pastoral.  foi personnelle

Me ponía en sus manos para saber lo que debía creer. Él era mi referencia. Ahora ya no es así. Mi fe es ahora personal. Yo soy quien elige. Me toca decidir a mí". Al escuchar estas palabras me llené de admiración. Agradecí a este joven su testimonio imprevisto que contaba tan bien el paso entre el antes y el después, entre una fe impersonal y aquella con la que uno puede decir: "yo"

   

 

     
   

Delante de la alcaldía de Montreuil

force de l'ordre Estamos reunidos unos pocos para protestar contra la expulsión de 150 gitanos rumanos por las fuerzas del orden. Desde 2001, ocupaban un edificio propiedad de los servicios del Estatdo. Los niños estaban escolarizados. La intervención había empezado a las 6 h. de la mañana.

Los furgones de policía sitiaban todo el barrio. En cuanto han expulsado a los ocupantes, el edificio fue derruido. Todo se hizo sin ruido ya que la opinión pública y los medios de comunicación estaban polarizados en Irak.

Sobre la escalinata de la alcaldía, mientras empezaban los turnos de palabra, me preguntó un periodista: "¿Los gitanos corren muchos riesgos si vuelven a su país?". Con toda seguridad se volverán a encontrar con la miseria, el desprecio y las discriminaciones de la población. Los gitanos no son gente ambulante.

contre l'expulsion Se trata de sedentarios que sobreviven en barrios desfavorecidos apartados de las ciudades. Un 80 % de ellos están desempleados. Al no tener recursos ni seguros de enfermedad, optan por expatriarse. 

Esta expulsión es la quinta desde el verano pasado. Los gitanos no están en casa en ninguna parte.

   

 

     
   

Conferencia en Viena

Estos cuatro días en Austria me han permitido tomar la palabra a menudo delante de auditorios variados, incluso delante de estudiantes de bachillerato.

à Vienne Pero la primera charla en Viena me emocionó de una forma especial ya que yo me dirigía a trabajadores sociales que creen en el Evangelio. 

Me habían pedido que les hablara sobre: "compromiso político y bienaventuranzas".

El auditorio me impresionó por su riqueza humana y espiritual: su compromiso con los excluidos, su lucha contra la injusticia, su fe en Cristo. Estas mujeres y hombres habían experimentado el fracaso y el desaliento pero no estaban solos. Formaban parte de una organización con mucha experiencia. Se hallaba delante de mí un hombre que vivía con refugiados del Kosovo en una casa de acogida. Su rostro reflejaba misericordia.

Abbaye de Melk Un auditorio de oro. Porque la palabra podía juntarse con la experiencia e iluminarla.  

Los participantes ya vivían lo que yo les contaba o, más bien, se reconocían en mis palabras. Y ocurrió algo totalmente infrecuente, ¡me dejé llevar y he estado hablando durante más de hora y media!