El juicio en el tribunal
de Pau
Veo por primera vez a Juan Mari Olano, vasco del sur, que
entra esposado en el banquillo de los acusados. Frente a él,
el profesor Schwartzenberg y yo, nos encontramos sentados en
cómodas butacas. Juan me sonríe. Le escribí
a la cárcel y, también los militante vascos me
han hablado mucho de él.
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Juan era responsable en una organización que atiende
a los presos políticos vascos, a sus familias y el tema
del apoyo financiero. Milita para reclamar el acercamiento de
los presos de sus familias. Juan fue detenido en pleno día
en Bayonne mientras desarrollaba su actividad como era su costumbre.
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¿Por qué una organización que había
sido legal durante más de 20 años habría
de dejar de serlo de repente? Los efectos del 11 de septiembre
también se dejaron sentir allí. El gobierno español
pide la extradición de Juan. El tribunal deberá
pronunciarse.
Los cinco abogados, franceses y europeos, defienden que
esta extradición no es de recibo. Pero todo el mundo sabe
que se trata de un proceso político. Es el símbolo
de la represión que están viviendo los vascos en
estos momentos.
Los abogados alegan con fervor y emoción. ¿Pero
cuánto dura esto! El Presidente se impacienta. El profesor
duerme. Pero la sala llena de jóvenes militantes no abre
la boca.
Los abogados piden la libertad condicional par Juan. Los jueces
se retiran para deliberar. ¡Tres cuartos de horas de espera!
Para escuchar que la libertad condicional fuera denegada ¡Qué
decepción! |
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Juan se levanta. Le vuelven a esposar. Vuelve a su cárcel
mientras la sala al completo se levanta para aplaudir vehementemente
apoyando a aquel que es un símbolo de su lucha. |
En la calle hay pancartas y puestos con revistas y pasquines.
Los vascos se congregan. Con unos cuantos tomo la palabra para
destacar su determinación. La lucha será larga
y difícil. No será en vano. |