Se llama Julien
Tiene 18 años. Es el mayor de tres hijos. Vuelve
de un cursillo en Tejas. Su familia posee viñedos de gran
renombre.
En la hermosa mansión familial, encontraron a Julien
ahorcado en su dormitorio. Se marchó con su secreto. El
dolor es inmenso, la emoción considerable.
Un mes después del drama, fui a visitar a su padre
con un amigo común. Se encontraba negociando la venta
de grandes vinos con unos americanos.
Después de visitar las bodegas, marchamos a la casa
familial. La madre me enseñó el álbum de
fotos de Julien. En su última foto, que coloqué
en mi breviario, se diría que la mirada de Julien escruta
el infinito.
Atravesando los viñedos en coche, llegamos al cementerio
adosado a la colina y que domina el valle. Es un lugar de paz
y gran belleza.
Delante de la tumba adornada con flores nos sentimos muy
cercanos. Después de haber rezado a Dios y a María,
me dirijo a Julien. "Tu partida hace sufrir mucho a tu familia.
Ya nada es como antes. Tú les abres un camino nuevo. Te
conviertes en fermento de la humanidad". |