bible
 
Tomar su cruz  
   
“El que ama a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí”
“El que ama a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí”
(Mt 10, 37)
 
   
Estas palabras de Jesús hacen que uno se sienta mal. ¿Será desprecio por la familia?
La continuación del texto no hace más que aumentar el malestar: sólo trata de renuncia.

“El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí.
Quien quiera ganar su vida, la perderá.
Quien pierda su vida por mi causa, la ganará”.
 
   
manière de vivre La radicalidad de estas propuestas de Jesús corre el riesgo de ser mal interpretada y de dar lugar a caricaturas de Dios: Dios perverso, Dios de poder, Dios externo…La expresión “tomar su cruz” es también fuente de malentendidos. ¿Significa buscar el sufrimiento? ¿Acaso Dios está celoso de nuestra felicidad?
 
   
La manera de vivir de Jesús nos ilumina. Ve con libertad lo que les pide a sus discípulos. Para él Dios no es un poder que domina, sino un amor que se da.
La grandeza no está en dominar sino en servir. La única grandeza está en darse.
Se constata que Jesús no sufre nada pasivamente. Todo su ser es puro impulso de generosidad. No guarda su vida para él, la da día tras día. Su libertad libera a las personas que encuentra y sus opciones son portadoras de valores: igual dignidad para todos los seres humanos, libertad personal, emancipación de la mujer, primacía de la persona sobre el grupo, justicia y compartir, separación de lo político y lo religioso, no violencia, amor al prójimo yendo hasta el perdón y el amor de los enemigos.
Jesús hace obra de liberación y manifiesta el inmenso amor del Padre.
¿Cómo no desear seguir al hombre de Nazaret en este camino de vida y de liberación?
Pero Jesús previene:
“El que no tome su cruz y me siga…”
 
   
prendre sa croix Jesús no elige la cruz. La cruz será la consecuencia de sus opciones. Unas opciones inspiradas por el amor.
Él no elige tampoco el sufrimiento, sino el amor.
 
   
Seguir a Jesús supone dejar esa mentalidad posesiva, inclusive con la propia familia, que nos encierra e impide abrirse a los otros, al Otro, con generosidad. Esta desposesión no se hace sin sufrimiento, pero favorece una conversión, la de pasar de fuera a dentro para tomar el camino que conduce al corazón y Descubrir la presencia de Dios en cada uno y cada una.
Dios no está en el exterior. Está en el interior de nosotros mismos. Vive en nosotros. Su vida está comprometida en la nuestra.
 
   
Perder la vida a causa de Jesús es tomar conciencia de esta morada de Dios en nosotros. Nuestra vida, ya no la padecemos. Brota en nosotros una fuente gozosa de vida eterna. Perdemos la vida para recobrarla de otra manera: una vida que se da día tras día.
Cuando hay amor, se puede ir muy lejos, hasta el final.
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